Energías renovables, reciclaje y biodiversidad: el plan verde de Chile rumbo a 2030

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Javiera Palma
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En el Día del Medio Ambiente decidimos poner la lupa sobre Chile. Esta radiografía permite entender las iniciativas del país en protección ambiental, desde el despegue de las energías limpias hasta la cruzada por la biodiversidad. Y, de paso, para analizar los desafíos que aún existen por delante.

El compromiso de nuestro país con la protección del medio ambiente se ha fortalecido en los últimos años, impulsado por una creciente conciencia ciudadana, la implementación de nuevas leyes y la participación activa en acuerdos internacionales.

Desde la gestión de residuos hasta la conservación de la biodiversidad, el país avanza en diversas iniciativas que buscan un futuro más sostenible.

Liderazgo consolidado en energías renovables

Chile se ha posicionado como un referente mundial en la transición energética. La matriz eléctrica nacional ha experimentado diversas transformaciones, con un crecimiento exponencial de las energías renovables no convencionales (ERNC), como la solar y la eólica.

De acuerdo con datos del Coordinador Eléctrico Nacional, en el primer trimestre de 2024, la generación a partir de ERNC alcanzó el 41% de la matriz eléctrica, con la energía solar fotovoltaica liderando este avance, especialmente en el norte del país.

El objetivo, según la Estrategia Climática de Largo Plazo (ECLP) de Chile, es alcanzar un 80% de energías renovables en la matriz eléctrica para 2030 y la carbono neutralidad a 2050. Este ambicioso plan no solo contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también fomenta la inversión y la creación de empleos verdes.

Protección de la biodiversidad

La riqueza natural de Chile, desde sus glaciares hasta sus ecosistemas marinos, es un patrimonio invaluable. En este ámbito, la creación y ampliación de Áreas Marinas Protegidas (AMP) ha sido fundamental.

Según el Informe del Estado del Medio Ambiente de Chile 2024, nuestro país protege más de 144 millones de hectáreas como AMP, preservando biodiversidad y hábitats críticos para la conservación. Gracias a esto, superó ampliamente la meta de proteger el 30% de la superficie marina para el 2030.

Un ejemplo destacado es el Parque Marino Nazca-Desventuradas, una de las áreas protegidas más grandes de América, que resguarda ecosistemas únicos y especies endémicas. Además, tras la aprobación de la Ley 21.202 en 2020, se ha avanzado en la protección de humedales urbanos, reconociendo su importancia para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que brindan a las ciudades.

Conversamos con Diego Rivera Salazar, ingeniero civil, profesor titular de Recursos Hídricos en la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Desarrollo e investigador principal del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería, quien plantea la protección de la biodiversidad como uno de los desafíos para Chile de cara al 2030.

“Necesitamos adecuar el sistema de evaluación ambiental en su conjunto. Idealmente, esto debería abordarse por la vía administrativa, con plazos más ágiles, mejores principios rectores y mecanismos que equilibren el desarrollo de proyectos con la protección ambiental. El objetivo no es flexibilizar a costa del medio ambiente, sino hacer más eficiente la gestión del Estado en este ámbito”, explica.

Compromisos internacionales

Chile ha asumido un rol activo a nivel internacional en la lucha contra el cambio climático. Como firmante del Acuerdo de París, el país ha presentado su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) actualizada, que incluye metas ambiciosas de reducción de emisiones y adaptación.

En la COP29, se reafirmó el compromiso con la acción climática y las medidas para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5°C. Además, el país jugó un papel fundamental al liderar el lanzamiento de una innovadora plataforma global para implementar tecnologías limpias, fomentando la cooperación internacional.

En esa misma línea, Chile impulsó un programa para reducir las emisiones de metano mediante una mejor gestión de residuos orgánicos, una iniciativa que recibió el respaldo de varios países de América Latina y el Caribe.

Economía circular, más allá del reciclaje tradicional

Una de las apuestas más significativas de Chile es la Ley de Fomento al Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor (REP), implementada en 2016. Esta normativa pionera en América Latina obliga a los productores e importadores de ciertos productos prioritarios (envases y embalajes, neumáticos, aceites lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, pilas y baterías) a organizar y financiar la gestión de los residuos derivados de estos.

Según cifras del Ministerio del Medio Ambiente, la implementación de la Ley REP ha comenzado a generar impactos positivos. Por ejemplo, en el caso de los envases y embalajes, la meta para 2030 es alcanzar un 60% de valorización. El desafío, sin embargo, es fortalecer la infraestructura de reciclaje y la educación ciudadana para maximizar su alcance.

Pese a los avances positivos, Paula Rojas, experta en gestión de residuos, economía circular y Ley REP, advierte sobre la urgencia de repensar los incentivos si Chile quiere avanzar en soluciones reales frente a la crisis climática.

“Es fundamental avanzar hacia beneficios tributarios para las empresas que trabajan por y para enfrentar la crisis climática. Hablamos de un círculo virtuoso: se generan empleos, se desarrollan soluciones innovadoras y se aprovechan oportunidades que ya están disponibles, pero que no se concretan porque hoy siguen siendo considerados ‘malos negocios’”, concluye.

Educación ambiental

Más allá de las leyes y los acuerdos, la educación ambiental se erige como un pilar fundamental para el cambio cultural. El Ministerio del Medio Ambiente, en conjunto con el Ministerio de Educación, han impulsado programas para integrar la sostenibilidad en la malla curricular escolar, fomentando la conciencia ecológica desde temprana edad.

El Sistema Nacional de Certificación Ambiental de Establecimientos Educacionales (SNCAE) busca reconocer a aquellas comunidades escolares que implementan buenas prácticas ambientales y promueven la participación estudiantil en proyectos de sostenibilidad.

En esta misma línea, el profesor titular de Recursos Hídricos en la Facultad de Ingeniería de la UDD explica que “tanto en la academia como en los sectores productivos existen capacidades de alto nivel en ingeniería, ciencias ambientales y sustentabilidad. Es momento de poner en valor ese conocimiento, generar incentivos para atraer a los mejores profesionales a las empresas, y fortalecer la colaboración”.

El camino hacia un Chile más verde es un esfuerzo colectivo. Si bien los avances son palpables, el desafío persiste en fortalecer la fiscalización, promover la innovación en tecnologías limpias y empoderar a la ciudadanía para contribuir a la construcción de un futuro ambientalmente responsable.

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