En un contexto donde el cambio climático y los desafíos operacionales exigen nuevas respuestas, la innovación se consolida como un motor clave para el futuro de la agroindustria. Así lo plantea Penélope García Pérez, Subgerente de Innovación Corporativa de Empresas Iansa, quien lidera desde la compañía un modelo colaborativo que busca generar impacto real desde la circularidad y el trabajo en red.
“Pensar y hacer las cosas de manera diferente, es decir, innovar, se ha vuelto esencial para sobrevivir y crecer. La innovación no es un objetivo final, sino una herramienta para construir el futuro”, destaca García.
Para avanzar en este sentido, la firma diseñó un modelo que contempla dos comités: uno Ejecutivo y otro Corporativo de Innovación, ambos conformados por representantes de distintas áreas del negocio. Estos espacios colaborativos permiten abordar dolores transversales y buscar soluciones con impacto real.
Penélope destaca que, en Iansa, la innovación trasciende la creación de nuevos productos. “Innovar también significa repensar procesos, servicios o modelos de negocio. Nos definimos como una empresa circular, lo que implica buscar constantemente formas de dar una segunda vida a nuestros residuos, transformar los residuos en insumos. Conocemos bien a nuestros clientes y nuestros recursos, y desde ahí seguimos generando valor de forma sostenible e inteligente”, comenta.
Cultura como motor de cambio
Aunque en la organización existe plena convicción sobre la importancia de innovar, Penélope reconoce que el mayor desafío sigue siendo cultural. “Se espera que las personas piensen distinto, pero eso implica romper con miedos arraigados: miedo al error, al juicio, a pedir ayuda. La innovación necesita un entorno que permita explorar, equivocarse y colaborar”. Además, explica que las empresas deben aprender a equilibrar la “exploración” con la “explotación”, es decir, innovar sin descuidar el negocio actual.
Sin embargo, aunque no siempre ha sido fácil, nos cuenta que se ha logrado avanzar significativamente en materia de innovación, abriéndose a la colaboración externa, lo cual hace algunos años era poco común fuera del área agrícola. “Hoy trabajamos con centros de investigación, universidades, startups e incluso otras empresas del rubro, en una lógica de colaboración más que de competencia. Esto nos ha permitido acelerar proyectos, compartir aprendizajes y encontrar soluciones conjuntas a desafíos comunes”, explica.
Uno de los principales focos ha sido la revalorización de residuos y la adopción de tecnologías que impulsen un modelo más circular. “Hemos colaborado con startups para convertir coproductos en insumos útiles para nuevas industrias. Además, apoyamos el desarrollo tecnológico nacional desde nuestra experiencia operativa, nuestros canales y conocimiento del mercado”, comenta Penélope.
Innovación desde adentro y desde el ecosistema
Una de las iniciativas más destacadas que se lanzó en 2024 fue Power Iansa, un concurso dirigido a los colaboradores de la compañía, que tenía como objetivo promover y desarrollar las mejores ideas relacionadas con el negocio. “Con Power Iansa la innovación dejó de ser un principio declarado para convertirse en una práctica viva. Involucramos a toda la organización y descubrimos muchísimo talento que estaba oculto en la rutina. Hoy, la innovación es un valor transversal, no exclusivo del área especializada”, cuenta García sobre esta experiencia.
A ello se suma que desde la compañía también observan con atención las iniciativas de otras empresas que dan el ejemplo en materia de innovación y que les sirven de inspiración. “Nos parece muy interesante cómo distintas empresas de la industria han sabido integrar a startups, trabajadores y proveedores en su modelo de innovación y lo han hecho de forma coherente y sostenible. Para nosotros, estas prácticas demuestran que se puede innovar desde dentro, pero también construyendo alianzas con el ecosistema”.
En este mismo espíritu colaborativo, Iansa ha desarrollado relaciones virtuosas con startups tecnológicas, en las que se combinan capacidades complementarias. “Ellos traen soluciones tecnológicas, y nosotros aportamos conocimiento del negocio, acceso a materias primas y clientes. No tenemos una ventanilla formal de Corporate Venture Capital (CVC), pero sí actuamos como socios estratégicos para validar soluciones que generen beneficios reales para ambas partes”, concluye Penélop.
En un sector tan dinámico como la agroindustria la innovación se ha consolidado como una herramienta clave para enfrentar los desafíos que impone el cambio climático, entre otros retos cotidianos. “Pensar y hacer las cosas de manera diferente, es decir, innovar, se ha vuelto esencial para sobrevivir y crecer”, afirma la Subgerente de Innovación Corporativa de Empresas Iansa, Penélope García. “La innovación no es un objetivo final, sino una herramienta para construir el futuro, que nos permite adaptarnos, evolucionar y generar valor en un mundo cada vez más incierto”, agrega.
Para avanzar en este sentido, la firma diseñó un modelo que contempla dos comités: uno Ejecutivo y otro Corporativo de Innovación, ambos conformados por representantes de distintas áreas del negocio. Estos espacios colaborativos permiten abordar dolores transversales y buscar soluciones con impacto real.
Penélope destaca que, en Iansa, la innovación trasciende la creación de nuevos productos. “Innovar también significa repensar procesos, servicios o modelos de negocio. Nos definimos como una empresa circular, lo que implica buscar constantemente formas de dar una segunda vida a nuestros residuos, transformar los residuos en insumos. Conocemos bien a nuestros clientes y nuestros recursos, y desde ahí seguimos generando valor de forma sostenible e inteligente”, comenta.
Cultura como motor de cambio
Aunque en la organización existe plena convicción sobre la importancia de innovar, Penélope reconoce que el mayor desafío sigue siendo cultural. “Se espera que las personas piensen distinto, pero eso implica romper con miedos arraigados: miedo al error, al juicio, a pedir ayuda. La innovación necesita un entorno que permita explorar, equivocarse y colaborar”. Además, explica que las empresas deben aprender a equilibrar la “exploración” con la “explotación”, es decir, innovar sin descuidar el negocio actual.
Sin embargo, aunque no siempre ha sido fácil, nos cuenta que se ha logrado avanzar significativamente en materia de innovación, abriéndose a la colaboración externa, lo cual hace algunos años era poco común fuera del área agrícola. “Hoy trabajamos con centros de investigación, universidades, startups e incluso otras empresas del rubro, en una lógica de colaboración más que de competencia. Esto nos ha permitido acelerar proyectos, compartir aprendizajes y encontrar soluciones conjuntas a desafíos comunes”, explica.
Uno de los principales focos ha sido la revalorización de residuos y la adopción de tecnologías que impulsen un modelo más circular. “Hemos colaborado con startups para convertir coproductos en insumos útiles para nuevas industrias. Además, apoyamos el desarrollo tecnológico nacional desde nuestra experiencia operativa, nuestros canales y conocimiento del mercado”, comenta Penélope.
Innovación desde adentro y desde el ecosistema
Una de las iniciativas más destacadas que se lanzó en 2024 fue Power Iansa, un concurso dirigido a los colaboradores de la compañía, que tenía como objetivo promover y desarrollar las mejores ideas relacionadas con el negocio. “Con Power Iansa la innovación dejó de ser un principio declarado para convertirse en una práctica viva. Involucramos a toda la organización y descubrimos muchísimo talento que estaba oculto en la rutina. Hoy, la innovación es un valor transversal, no exclusivo del área especializada”, cuenta García sobre esta experiencia.
A ello se suma que desde la compañía también observan con atención las iniciativas de otras empresas que dan el ejemplo en materia de innovación y que les sirven de inspiración. “Nos parece muy interesante cómo distintas empresas de la industria han sabido integrar a startups, trabajadores y proveedores en su modelo de innovación y lo han hecho de forma coherente y sostenible. Para nosotros, estas prácticas demuestran que se puede innovar desde dentro, pero también construyendo alianzas con el ecosistema”.
En este mismo espíritu colaborativo, Iansa ha desarrollado relaciones virtuosas con startups tecnológicas, en las que se combinan capacidades complementarias. “Ellos traen soluciones tecnológicas, y nosotros aportamos conocimiento del negocio, acceso a materias primas y clientes. No tenemos una ventanilla formal de Corporate Venture Capital (CVC), pero sí actuamos como socios estratégicos para validar soluciones que generen beneficios reales para ambas partes”, concluye Penélop.