La suma de todos los miedos

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Contamos historias que merecen crecer. Pensamos diferente y elegimos creer en las personas, comunidades y organizaciones, las grandes y las que están empezando ahora en la mesa de un café, pero que van a cambiar el mundo.
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Por Ernesto Erdmann – Gerente general y cofundador ZeroQ

Si bien me considero un optimista en términos del futuro de la humanidad gracias a los avances que nos ofrece la tecnología, debo reconocer cierto temor frente al impacto de ésta en la fuerza laboral en un fututo próximo.   

Importantes segmentos de la población podrían quedar inempleables, caer en la pobreza y depender en gran medida de ayuda estatal, convirtiéndose en una suerte de Neo-Parias. La causa por la que podríamos caer en esta distopía es curiosamente la misma que podría llevar a nuestra civilización a un éxito jamás soñado: La automatización.

 Este proceso que comenzó de forma incipiente en la antigüedad con sistemas de poleas, molinos de viento o de agua y que tuvo un avance radical en 1800 con la invención del telar mecánico, había sido responsable de gran parte del progreso de la humanidad. Hacia mediados del siglo XX el nivel de mecanización había alcanzado casi todos los rubros productivos, entonces apareció la computación. Este evento aceleró el proceso de automatización a niveles insospechados, dándole una precisión increíble al trabajo realizado por las máquinas, donde por primera vez comenzaron a dejar de necesitar al hombre. Esto permitió que rápidamente se extendiera fuera de los ambientes productivos laborales y pasara a lo recreacional, a lo doméstico y casi todas las áreas de nuestra civilización.

Parte de la automatización está ligada a robots físicos, pero la mayoría se encuentra en el mundo digital: Software que automáticamente escriben noticias, que realizan pronósticos del tiempo, que responden correos electrónicos y que vigilan cámaras de seguridad. Se cree que estamos a menos de 20 años de que ocurra la singularidad, un evento donde la capacidad computacional supere al cerebro humano y sea factible crear una inteligencia artificial de propósito general que pueda realizar muchas de las tareas que hoy realizamos.

En Chile hoy enfrentamos un gran desafío, más de la mitad de los puestos de trabajo son susceptibles a ser automatizado en una fase temprana e intermedia del avance tecnológico. Hace algunos días el ex ministro Harald Beyer aseguraba en un programa de conversación que un estudiante secundario en Alemania tenía un nivel de competencias superior al de un profesional chileno. Evidentemente eso debía ser un error, un exabrupto en la mitad del debate, pensé. Fui a corroborar el dato directamente en la web de la OCDE y la sorpresa fue mayor. No solo era totalmente cierto, sino que la situación era aún peor, en Nueva Zelanda un graduado de la enseñanza media tiene un nivel de competencia numéricas, literarias y de resolución de problemas a lo menos un 30% superior a las de un profesional universitario chileno.

El capital humano es la clave para que el país progrese y pueda sumarse a la cuarta revolución industrial que ya está en curso. Personas mejor preparadas sumado a una economía libre e integrada al mundo, generarán a su vez mejores puestos de trabajo que difícilmente podrán ser reemplazados por la automatización.  Las startups son muy buenas para generar este tipo de puestos laborales de alto valor agregado y muchas veces se encuentran con la ausencia de profesionales para ejecutar ciertas tareas, se calcula que en Chile estas empresas han generado más de 50.000 puestos de trabajo, sólo gracias al programa startup chile se han generado más de 14 mil puestos de trabajo

Si bien las empresas podemos poner bastante más que un grano de arena para mejorar la preparación de los trabajadores, la reconversión laboral tiene sus límites ya que las personas sin base técnica apropiada tendrán severas dificultades para tomar tareas de alta complejidad en el mundo digital actual. Este proceso de reconversión podría llegar a durar años si el profesional carece del sustento técnico adecuado, lo que limita las posibilidades de las empresas.

Es de extrema utilidad establecer ciertos cursos de nivelación base en las empresas para todos los trabajadores desde el momento que son contratados. Incluso si estas labores no guardan relación con tareas propias del momento tecnológico actual. Estos últimos trabajadores suelen ser los menos calificados y serán los primeros en ser reemplazados cuando la tecnología toque esa puerta.

La realidad es que hoy, en muchas empresas multinacionales, los profesionales extranjeros tiene mayor posibilidad de ascender que un chileno, lo cual es sabido por los propios gerentes de recursos humanos de estas empresas. Esto podría tener diferentes orígenes, pero sin duda uno de ellos tiene relación con la ausencia de habilidades clave que son adquiridas en la etapa escolar.

Es urgente que la política esté a la altura de la situación y que focalice sus esfuerzos en mejorar el sistema educativo. Considerando que en el mejor de los casos una reforma educacional verá sus frutos en 10 años, ya estamos atrasados. La inconsistencia intertemporal de este problema propicia conductas irresponsables de nuestros líderes políticos, ya que los costos se pagan en el corto plazo, pero los beneficios se ven en el largo.

No solo los gobiernos y las empresas tienen cupo en este baile, las personas mediante el uso de internet hoy más que nunca pueden auto educarse, acceder a charlas magistrales dictadas por premios nobeles, aprender computación de forma gratuita en Stanford o estudiar la ciencia de cohetes desde la NASA. También será trabajo de los padres motivar a sus hijos a seguir estas prácticas que les permitirán marcar una diferencia.

Si todos hacemos nuestra parte, habremos hecho mucho más que simplemente esquivar la bala. Estaremos cada vez más cerca de alcanzar el tan anhelado desarrollo.

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