Por otro lado, si miramos el mundo empresarial nos podemos dar cuenta de que la difusión de estos conceptos todavía es muy incipiente. Las empresas realmente comprometidas en un desarrollo sostenible todavía son muy pocas si consideramos el número total de empresas que hay en nuestro país y el profundo desconocimiento que hay, especialmente, a nivel de medianas y pequeñas empresas.
Haciendo este análisis nos hemos dado cuenta de que la tarea de difundir los preceptos de la sostenibilidad, el comercio justo, las economías solidarias y tantos otros similares no puede centrarse en el ámbito meramente académico, debe permear en lo más profundo del empresariado de todos los niveles. Los que llevamos unos días más de avance en esta materia debemos ser las puntas de flecha que puedan ir sembrando conceptos, ayudando a los que vienen detrás a apurar su marcha, para así, poder avanzar decididamente en la senda de un futuro más justo, igualitario y con respeto al medio ambiente y la sociedad.
Hoy en día existen, principalmente en Santiago, una serie de organizaciones trabajando muy bien estos temas, pero las empresas que estamos fuera de la capital generalmente no tenemos accesos por la distancia. Las reuniones generalmente son muy temprano y la necesidad de invertir un día completo, o en algunos casos más de un día, producen un desincentivo muy difícil de sobrellevar.
¿Qué pasaría si en cada ciudad o cada provincia de nuestro país se organizaran grupos de trabajo empresarial que difundieran lo que cada una de las empresas está aportando en los temas relativos a sociedad, medioambiente, eficiencia energética e hídrica, inclusión, antidiscriminación, participación ciudadana u otros?
Podríamos aumentar exponencialmente el alcance y llegar a rincones de nuestro país anteriormente impensados, sacando del status quo a muchas empresas que no se dan cuenta todavía que trabajar de manera sostenible, no solo nos ayuda a cuidar los ecosistemas y la sociedad, sino que además es rentable ya que se consumen menos recursos, hay una mejor convivencia con los vecinos y menos cuestionamientos públicos de nuestro accionar, entre muchas otras ventajas.
En conclusión, es deber de los que trabajamos en sostenibilidad organizar a nuestras comunidades y ser verdaderos agentes del cambio. Debemos convertirnos en la palanca que moverá al mundo, a nuestro mundo hacia un futuro más sostenible.