La naturaleza y el calor en las ciudades

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Rodrigo Catalán, Director de Conservación de WWF Chile

Estamos en verano y las altas temperaturas no deberían ser una novedad. Sin embargo, es claro que así como en la zona norte y central las lluvias generan sorpresas e inconvenientes, el calor hace lo suyo en las ciudades sureñas.

Si bien en términos meteorológicos las máximas entre 31° y 33°, o superiores, estimadas esta semana para lugares como Valdivia estarían dentro de lo esperable en esta época, en una mirada nacional las olas de calor han tenido efectivamente un fuerte incremento, impulsadas por factores como el cambio climático.

El Informe Anual 2020 de Medio Ambiente publicado recientemente por elInstituto Nacional de Estadísticas (INE), por ejemplo, muestra que estas olas de calor han aumentado en forma significativa en Chile, si se comparan las temporadas 2010/2011 y la de 2019/2020. Así, se pasó de solo nueve a un total de 62 en el último periodo medido. Las ciudades con mayor ocurrencia de este fenómeno entre 2019/2020 fueron Santiago y Curicó, con nueve; Chillán, con ocho; Calama, con siete; y Valparaíso, Valdivia y Osorno, con cinco olas de calor en dicho periodo. Esto, atendiendo a la definición de este fenómeno como la ocurrencia de tres o más días consecutivos en que se supera la temperatura máxima normal.

Según el reporte, la temperatura máxima absoluta anual más alta aumentó en forma considerable entre 2015 y 2019. Este último año llegó a 41,1º C y fue registrada por la estación Meteorológica Maquehue, de Temuco. Por el contrario, en 2015 la temperatura absoluta anual más alta fue de 36,8º C y se registró en la estación Pudahuel, de Santiago.

Isla de Calor Urbano y humedales

En los últimos años se ha desarrollado el concepto de Isla de Calor Urbano para referir al efecto térmico que se produce en las ciudades, donde la temperatura del centro urbano es relativamente más alta que en las áreas circundantes. Esto, producto de las mismas superficies construidas o pavimentadas, la reducción de las áreas o espacios verdes o naturales y las ya mencionadas olas de calor, cada vez más frecuentes producto del cambio climático.

Esta dificultad de disipación del calor para las zonas urbanas puede ser contrarrestada con medidas donde la propia naturaleza juega un papel clave. Son las llamadas Soluciones Basadas en la Naturaleza, que en este caso pueden generar alivio frente al golpe de las altas temperaturas en las ciudades.

Una de ellas claramente es la implementación y mantención de más y mejores áreas verdes en las urbes. Otra, quizás menos evidente, pero con una efectividad que cada vez es más destacada, es la conservación de humedales saludables o su restauración en caso de estar afectados por la contaminación. Justamente su aporte fue relevado a nivel global el pasado 2 de febrero, en la celebración de su Día Mundial.

Sabemos que el agua tiene una alta capacidad calorífica que, en este caso, también contribuye a regular la velocidad en la que el aire cambia de temperatura. Esto significa que el agua absorberá más calor antes de que comience a calentarse y posteriormente se evapore. Además, los cuerpos de agua también reflejan la radiación solar, especialmente en un ángulo bajo del sol. Las ciudades pavimentadas sin cuerpos de agua permanecen calientes y tardan más en enfriarse que las ciudades con cuerpos de agua, como los humedales.

Los procesos de enfriamiento natural propiciados por los espacios “azules”, como humedales y cuerpos de agua, mostraron que un aumento del 10% en la cobertura del cuerpo de agua conduce a una reducción del 11,33% en la intensidad de la Isla de Calor Urbano. Esto, según un estudio realizado en la Región Metropolitana del Delta del Río Pearl, en China. En Colombo, la capital de Sri Lanka, en tanto, otro análisis evidenció que los humedales y las áreas circundantes son en promedio 10° C más fríos que las áreas no permeables (por ejemplo, estacionamientos) en el momento de mayor calor del día. Esto puede traducirse en un importante ahorro de energía para los sistemas de enfriamiento artificial, como el aire acondicionado.

Por estos y muchos otros beneficios, los humedales urbanos, especialmente en un estado saludable, con altos valores de biodiversidad y funciones ecológicas, ayudan a enfriar las ciudades y adaptarse al cambio climático. Su protección, restauración e integración en la planificación urbana es una tarea que, liderada por los gobiernos locales, debe tener el respaldo de todos los ministerios involucrados incluyendo Obras Públicas, Vivienda y Urbanismo, y Medio Ambiente, en lo que refiere a evitar infraestructura y rellenos. También es importante el sector privado, en particular las inmobiliarias, y transversalmente la ciudadanía, para evitar su contaminación y uso como microbasurales, y como lo hemos visto en Valdivia, por ejemplo, con el caso del humedal Angachilla, donde es la propia comunidad organizada la que busca protegerlo.

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