Estrés de fin de año: Desequilibrio emocional que angustia y enferma. Por Constanza Voigt, sicóloga Red de Salud La Araucana

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Es común que en los últimos meses del año, el organismo comience a entregar molestas señales que avisan que algo no anda bien, ejemplos hay muchos:

– Las relacionadas con el término o comienzo de procesos educativos como la PSU, licenciaturas, exámenes de grado, postulaciones a carreras universitarias y nuevos colegios.

– Las asociadas al trabajo que requieren consolidar metas con alta demanda y sobrecarga laboral.

– Las creadas por las fiestas de fin de año como el consumismo pre navideño, u organizaciones de fiestas de año nuevo.

Así incluso dejar trámites para el último momento, planificar vacaciones, o el aumento de peso pre verano, no asumido cada vez que nos miramos a un espejo, desencadenan eventos de ansiedad, respuesta emocional y alerta que trae consigo al enemigo favorito del siglo XXI, el “stress”, invasor del organismo que no logra utilizar bien sus recursos y por ende no responde adecuadamente a las demandas que el ambiente y su contexto exige. Ahora ¿cómo enfrentarlo?

Primero es necesario conocer las señales fisiológicas y emocionales que el cuerpo señala, como:

– Trastornos musculo esqueléticos, como dolor de espalda, cintura, hombros, piernas y cuello, contracturas musculares, dificultades para conciliar y mantener el sueño, angustia, ansiedad, tensión, cambios de humor, palpitaciones, jaquecas, miedo irracional, ánimo deprimido, alergias de la piel, desmotivación, mareos, falta de deseo sexual, fatiga muscular, cansancio desmedido, irritabilidad, hiperactividad, malestares gástricos, llanto desproporcionado, dificultad para retener información y olvidos constantes, entre muchas otras.

Es importante destacar que existen dos niveles de estrés:

– Stress circunstancial: puede aparecer frente a una situación de presión natural como por ejemplo en los jóvenes al rendir la PSU o frente algún desafío laboral como la obtención de bonos por cantidad de ventas pre Navidad.

– Stress crónico: es el resultado de vivir continuamente bajo situaciones que causen mucha presión.

Si bien ambos merecen atención, este último requiere intervención psicológica y muchas veces necesita medicación. Si bien el stress no afecta por igual a todas las personas, se identifican dos factores detonantes de importancia, por una parte el laboral y por otra, el académico, ambos provocados por la presión de establecer logros a fin de año.

Es importante mencionar que el stress también puede ser traspasado de padres a niños y pre adolescentes, cuando se vive en un entorno familiar conflictivo, con niveles altos de angustia y ansiedad. Lo más seguro es que esos menores en su vida adulta serán individuos incapaces de soportar la tranquilidad y que inconscientemente buscarán pertenecer y permanecer en ambientes hostiles que los mantendrán viviendo en continuo stress.

En este sentido existen variadas estrategias y formas de organización que ayudarán a mantener el equilibrio del organismo, evitando el stress, como saber organizar compromisos y tiempos, cambiar malos hábitos de vida como dormir menos horas de las necesarias, alimentarse de manera equilibrada, no fumar, no llevar una vida sedentaria, alejarse de vivir situaciones de tensión permanente, dedicar más tiempo al ocio, no tomar alcohol, estimulantes o café en exceso.

El identificar señales, consultar por tratamiento psicofarmacológico según nivel de stress y tomar conciencia de que la vida diaria se está viendo afectada desde hace algún tiempo, hasta el punto de quedar imposibilitado de continuar con las actividades diarias es la clave para despedir este año y darle la bienvenida al 2017 como corresponde.

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