Hans Pieringer, Gerente General de PhageLab: El 70% de los antibióticos que se utilizan a nivel mundial son en la producción de animales con un efecto directo en la población y aumento de bacterias multirresistentes”.

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PhageLab, una empresa de biotecnología fundada en Chile, desarrolla soluciones avanzadas para el control microbiológico en la producción intensiva de animales, buscando reducir el uso de antibióticos y mejorar la sostenibilidad de la industria. En entrevista con su Gerente General, Hans Pieringer, profundizamos en su innovación, desafíos y logros.

La resistencia a los antibióticos es una amenaza creciente para la salud global. Según datos de la OMS, en 2019 murieron casi 5 millones de personas a causa de bacterias multirresistentes. En este escenario, PhageLab, un laboratorio de biotecnología chileno, se posiciona como un actor clave en la búsqueda de soluciones para la producción animal intensiva, desarrollando tecnología que ayuda a controlar bacterias sin el uso masivo de antibióticos.

Hans Pieringer, Gerente General de PhageLab, explica que la misión de la empresa está profundamente ligada a la innovación tecnológica y el impacto que esta puede generar. “El 70% de los antibióticos que se utilizan a nivel mundial son en la producción de animales. Esto tiene un efecto directo en la población y contribuye al aumento de bacterias multirresistentes”, comenta Pieringer. Frente a esta problemática, PhageLab ha desarrollado productos biotecnológicos enfocados en el control de bacterias y virus, en particular en la crianza de pollos en Chile y Brasil.

El camino de PhageLab comenzó en 2016, tras ser incubados en la Fundación Ciencia y Vida. Sus fundadores, Pieringer junto a Diego Belmar, Nicolás Ferreira y Pablo Cifuentes, trabajaron en sus tesis de pregrado con la meta de construir una empresa que revolucionara el control microbiológico en la industria animal. Su primer éxito comercial llegó con el lanzamiento de un producto para controlar bacterias en terneros, distribuido en alianza con Bayer. “Fue una época muy divertida y distinta a lo que somos hoy”, recuerda Pieringer.

Uno de los mayores desafíos que enfrentaron fue el elevado costo de la biotecnología en Chile. “La biotecnología es muy cara, por lo que hay que ser muy creativo para demostrar resultados de forma económica y así recibir apoyo”, afirma Pieringer. Un golpe de suerte fue clave en sus inicios: un producto diseñado para desinfectar lechugas terminó mostrando eficacia en vacas lecheras en el sur de Chile, lo que permitió a la empresa realizar estudios más detallados y comercializar la tecnología en el sector ganadero.

Actualmente, PhageLab ha logrado un impacto notable en la industria, con su tecnología utilizada en más de 10 millones de animales en América Latina. Además, este año darán un paso significativo al proveer soluciones para 500 millones de pollos al año, lo que representa el 10% del mercado brasileño.

En este rumbo, Pieringer afirma que la sostenibilidad es fundamental: “Disminuir la presencia de bacterias mejora la calidad de vida de las comunidades rurales, donde se asientan las producciones intensivas, y también aumenta el valor de las producciones”.

A pesar del éxito, hacer biotecnología desde Chile no ha sido fácil. “Los científicos chilenos son brillantes, pero es difícil competir a nivel internacional cuando las normativas tecnológicas del país no están homologadas con otros mercados”, lamenta Pieringer. Esta falta de regulación compatible con otros países representa una barrera para exportar productos y escalar con mayor rapidez, pero también una oportunidad de cambiar, mejorar y transformar a Chile en pionero a nivel latinoamericano y mundial.

En cuanto a la visión a futuro, la empresa biotecnológica espera diversificar su impacto, integrando el control de virus y hongos en sus productos para continuar avanzando en el control microbiológico no solo en la industria animal, sino también en la salud humana. “Queremos ser una pharma, pero distinta. Creemos en productos que evolucionen con datos y se adapten al tiempo, no en fórmulas estáticas que se mantengan por décadas“, concluye Pieringer.

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