El necesario camino hacia un tratado internacional para refrenar la contaminación por plásticos

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Daniel Vercelli Baladron, Co-Fundador y Managing Partner de Manuia, director de empresas

En 2022, los países miembros de Naciones Unidas, a través de PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente, o UNEP en inglés) acordaron iniciar un proceso de negociación conducente para contar -a fines de 2024-, con un tratado internacional que permita combatir la contaminación por plásticos, conscientes de que dicho fenómeno ha alcanzado niveles alarmantes que amenazan la salud de las personas y los ecosistemas terrestres y marinos.

Sólo por dar algunos ejemplos y datos: Se estima que cada persona ingiere en microplásticos el equivalente a una tarjeta de crédito por semana. En la fabricación de los distintos plásticos y polímeros se utilizan más de 13.000 distintos tipos de químicos, y de ellos, hay 10.000 que se consideran potencialmente peligrosos para la salud humana o hasta ahora al menos preocupantes, por falta de evidencia y estudios concluyentes a la fecha.

En cuanto al impacto medioambiental, se calcula que para el año 2050, por cada tonelada de peces en el mar habrá una tonelada de plástico dando vueltas, ya sea a la deriva o en alguna de las 5 “islas de plástico” presentes en los océanos. Dos de ellas se encuentran en el Océano Pacífico, así que dimensionemos lo que esto significa para un país como Chile.

Esta es una crisis urgente que requiere decisiones y acciones decididas por parte de todos los actores. Por el lado de los gobiernos, el proceso de negociación mencionado al inicio (conocido como INC, o Comité Intergubernamental de Negociación) tendrá 5 instancias de sesiones hasta fines de 2024. La primera de ellas ocurrió a fines del año pasado en Uruguay y durante la semana del 29 de mayo en la sede de Unesco en París se efectuó la segunda, desde donde escribo esta columna mientras regreso a Chile. 

En esta INC 2, se atestiguó la diferencia de ambición entre varios estados miembros, con algunos manifestando su interés por avanzar rápida y contundentemente, y otro grupo más preocupado de dilatar el proceso mediante medidas administrativas, teniendo como telón de fondo todas las tensiones geopolíticas por las que está atravesando el mundo. Es de esperar que entrando al contenido mismo del acuerdo los avances se vayan materializando.

Por el lado de los actores no estatales, varios tuvimos la oportunidad de participar en el lanzamiento del grupo denominado “Amigos de la Agenda de Acción”, formado a pedido de UNEP y con la convocatoria inicial de dos estados (Samoa y Estados Unidos), y que en las semanas venideras debiera ampliarse a más estados convocando y lanzando esta instancia. 

Este es el mecanismo por el cual todos estos actores (empresas, ONGs, recicladores de base, pueblos originarios, juventud, municipios, academia) podemos articularnos para proveer input al proceso y cooperar en la futura implementación de las medidas que se necesitarán una vez que el tratado esté aprobado para llevarlo a la realidad. 

El problema de la contaminación por plásticos es de solución compleja y requerirá de un buen marco regulatorio y de esfuerzos titánicos -pero abordables-, en su implementación para no sólo eliminar de nuestra economía y medioambiente elementos peligrosos e innecesarios, sino también mejorar el manejo circular o disposición final responsable de aquellos que son necesarios, junto con retirar del medioambiente a los que ya están ahí.

Esta agenda está íntimamente ligada con la ruta de acción contra la emergencia climática y el calentamiento global, puesto que tanto la actividad petroquímica para la elaboración de plásticos como los procesos de reciclaje tienen impactos en emisiones de CO2 a la atmósfera. De hecho, se calcula que si se mantienen los ritmos actuales de producción y uso de plásticos, y una tasa de reciclaje acorde a esa expansión, las emisiones de este sector se duplicarán al 2050, cuando lo que necesitamos es todo lo contrario. Por eso, actuar rápido contra esta crisis de plásticos es también actuar rápido contra la crisis del clima.

Por el lado de las oportunidades, ha sido alentador poder conversar con líderes globales de muchas grandes multinacionales (especialmente de consumo masivo) y corroborar en persona que en muchos casos estarán apuntando al máximo nivel de ambición y velocidad posibles, no sólo por consideraciones de impacto medioambiental, sino también porque ya se dieron cuenta de que acelerar las transformaciones requeridas para enfrentar esta crisis abre una ventana para construir ventajas competitivas en el ámbito comercial (intentando capturar mayor preferencia de los consumidores por aquellas marcas que contribuyan a solucionar los problemas descritos) y también porque hay y habrá ventajas a la hora de acceder a financiamiento, atraer talento y tener una voz constructiva y validada por los estados a la hora de traspasar experiencia valiosa para muchos ámbitos del tratado y su posterior implementación. 

En ese sentido, las empresas líderes y visionarias están pensando ahora mismo en los beneficios de convertirse en “first mover”, conscientes de que es una condición indispensable para su crecimiento y el logro de resultados de negocio sostenibles en el tiempo.

La invitación, y el desafío para todas las empresas, es a conocer este proceso, anticiparse a lo que ya sabemos que ocurrirá, y transformar esta crisis de plásticos en una oportunidad para obtener mejores negocios y proyectables por más tiempo. Quien no vea esta realidad, se ubicará en el banco de los desaventajados

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