Por Ricardo Lira, CEO de Creative Cities y Fundador y ex Director Ejecutivo del Centro para la Revolución Tecnológica en Industrias Creativas CRTIC.
Poner en riesgo la Ley I+D y su incentivo tributario es asestar un golpe mortal a la innovación en Chile. Universidades, startups y el futuro del país se ven amenazados por esta indecisión.
La economía chilena, dependiente de recursos extraíbles, ha impulsado el avance de la industria I+D y con ella el ecosistema startup, gracias a los subsidios e incentivos tributarios. De hecho, según un estudio de Hubtec, recientemente publicado, la minería representa el 39% del uso de esta ley.
En el contexto de energía y mitigación del cambio climático, la innovación es fundamental. La ausencia de estos incentivos es comparable a desperdiciar 2.600 GWh de energías limpias por falta de infraestructura. Es similar a la ironía de tener que comprar baterías de litio a otros países, a pesar de tener el potencial de producirlas localmente, es decir, una burla.
Mantener la incertidumbre sobre el futuro de la Ley I+D es condenar a Chile al estancamiento. Esto implicaría que los millones invertidos en fomento a la innovación durante la última década se desperdicien, justo cuando estamos en el umbral de la revolución de la IA y el empuje hacia el hidrógeno verde.
El futuro de Chile depende de la innovación. Eliminar este incentivo sería un suicidio económico, lento y doloroso. No podemos permitirnos este lujo, y si Hacienda no lo sabe o lo omite, el problema realmente es que decidimos no ser competitivos.
En vez de eliminar la Ley I+D, debemos mejorarla.
Simplifiquemos los procesos, aumentemos la transparencia y enfoquemos el beneficio. Si esta vez lo hacemos bien, el futuro nos lo agradecerá.