Apostar por las emprendedoras y sus negocios, clave para lograr un desarrollo sostenible y mitigar la pobreza

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Por Laura Fernández Lord, responsable de empoderamiento de la Mujer de la FMBBVA.

América Latina tiene una de las mayores tasas de emprendimiento femenino del mundo. En parte, gracias a las microfinanzas que atienden a sectores tradicionalmente excluidos del sistema financiero. La mayoría son mujeres, en el sector informal, con importantes barreras de acceso a la financiación, que no les permiten ampliar sus negocios.

Sus emprendimientos surgen por necesidad ante la falta de oportunidades laborales (según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, sólo 1 de cada 2 mujeres se emplea, 3 de 4 en el caso de los hombres). Además, más de la mitad de las mujeres en la región está fuera del sistema financiero, con una brecha de género de 7 puntos porcentuales. En consecuencia, las MiPYMES latinoamericanas de mujeres tienen unas necesidades de financiación de 98.000 millones de dólares. Una cifra que alcanza los 1,7 billones de dólares en el mundo.

La Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) ha participado en la XIV Conferencia Regional de la Mujer organizada por la CEPAL y ONU Mujeres, en un acto del Programa Win Win de la Unión Europea, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y ONU Mujeres, que busca precisamente el empoderamiento económico de la mujer. Este es un foco estratégico compartido con la Fundación, que atiende a 2,2 millones de personas en vulnerabilidad (el 57% mujeres) con un modelo propio, las Finanzas Productivas (crédito, ahorro, seguros, educación financiera y capacitación) a través de sus 6 entidades microfinancieras en 5 países: Chile, con entidades como Fondo Esperanza o Emprende; Colombia, Perú, República Dominicana y Panamá. Desde 2007, las entidades de la Fundación han desembolsado más de 14.000 millones de USD a más de 5 millones de personas, lo que la convierte en la principal iniciativa filantrópica de América Latina, y según la OCDE, en la segunda del mundo, solo por detrás de la Fundación Bill & Melinda Gates. 

Los indicadores de desempeño social de la Fundación muestran, año tras año, que apoyar los emprendimientos de las mujeres les permite mejorar sus negocios y progresar: acumulan activos a tasas del 25% y sus ventas y excedentes suben a tasas del 20% (todas ellas superiores a las de los hombres). Y, además, en su segundo año con la FMBBVA, un 37% sale de la pobreza. Todo esto a pesar de que las mujeres cuentan con brechas socioeconómicas de partida: 8 de cada 10 están en vulnerabilidad y un tercio en pobreza (11 puntos porcentuales más que los hombres); casi la mitad son jefas de hogar con personas dependientes a su cargo y su actividad principal es el comercio al por menor (un sector con un valor agregado bajo). Apostar por ellas no solo tiene un retorno social positivo, también un retorno financiero, importante en la inversión con un enfoque de género.

Los instrumentos financieros innovadores que incorporan esta visión de género son esenciales para atraer más financiación privada hacia estos emprendimientos y permite ir más allá de los actores tradicionales que los apoyan. BID Invest, IFC y el gobierno de los EEUU a través de OPIC (‘Overseas Private Investment Corporation’) están realizando importantes esfuerzos para fomentar este tipo de inversiones junto a otros inversores de impacto social, pero las cifras aún son modestas e insuficientes. Es necesario desarrollar nuevos productos y vehículos de inversión con perspectiva de género, sensibilizar a gestores de fondos, a la banca comercial y a los reguladores y luchar contra el sesgo de que “invertir” en mujeres vulnerables es “arriesgado”. Sencillamente, porque la evidencia muestra lo contrario. Necesitamos acompañar la inversión con programas de asistencia técnica que ayuden a desarrollar productos y servicios financieros adaptados a las necesidades que ellas tienen. Y finalmente, es urgente definir estándares internacionales de lo que es una inversión con lentes de género y cómo medir su impacto más allá de los criterios de 2X Challenge del G7. En la Fundación también estamos trabajando en esta dirección.

La evidencia es absoluta: la inversión con lentes de género genera retornos y permite avanzar en la igualdad de género, algo esencial para alcanzar la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Las mujeres son uno de los activos más desatendidos del mundo por el sector financiero y sin embargo, si fuéramos capaces de cerrar las brechas llegaríamos a sumar 2,6 billones de USD al crecimiento de América Latina. Tenemos la oportunidad delante de nosotros y es urgente aprovecharla. Es hora de que el sector financiero pase a la acción y apueste por ellas, por su desarrollo  y por el de toda la humanidad.

ECOLÓGICA

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