El especialista de la Universidad de Santiago, Cristián Parker, afirma que la iniciativa puede significar que personas de la tercera edad se sientan más capaces de valerse por sí mismas. “Es una medida que puede ser conducente, adecuada y muy bien recibida tanto para una persona en condiciones de jubilar como para sus familiares”, sostiene.
Esta semana se dieron a conocer las propuestas de la Presidenta Michelle Bachelet para “perfeccionar” el actual sistema de pensiones. Posteriormente, la ministra del Trabajo, Ximena Rincón, hizo hincapié en que se debe analizar un alza en la edad de retiro de hombres y mujeres.
Para el sociólogo de la Universidad de Santiago, Cristián Parker, elevar los años para jubilar “es una medida que puede ser conducente, adecuada y muy bien recibida tanto para una persona en condiciones de jubilar como para sus familiares. El factor de mejorar la pensión justifica de manera sobrada un conjunto de medidas, entre las cuales está el jubilar después”.
El especialista del Instituto de Estudios Avanzados del plantel estatal explica que “prolongar dos a tres años el periodo de jubilación puede afectar positivamente desde el punto de vista familiar y de la autoimagen de quien está próximo a jubilar, como autovalente”.
Esto, debido a que la familia también modificaría su percepción sobre los adultos mayores de los cuales debe encargarse. “Para el desarrollo con dignidad de esos años, es muy importante que las personas tengan la percepción de que son autovalentes y de que han hecho un esfuerzo durante su vida que ha sido bien recompensado”, agrega.
“En la medida en que las pensiones mejoran, los jubilados se van a sentir mejor desde el punto de vista psicológico y social, para decir que la pensión alcanza y que no tienen que estar dependiendo de sus hijos y nietos”, agrega.
Jubilar después: un hecho
Pese a que la medida no está establecida, para Parker la situación ya se da en la práctica. “Jubilar después también es un hecho. Ahí donde hay instituciones o empresas que no obligan a jubilar en la edad legal, las personas se mantienen trabajando, porque su jubilación va a ser escasa o porque se sienten en condiciones de seguir trabajando y les gusta su trabajo”, afirma.
No obstante, advierte que “una medida racional es prolongar la edad de jubilación en una proporción menor, pero no se entendería que mañana propusieran una ley donde los hombres y mujeres jubilaran a los 70 años. Eso sería irracional. Lo razonable sería que se prolongara en dos a tres años en cada caso”.
El especialista enfatiza en que se deben tomar con cautela los argumentos para impulsar una medida de este tipo, pero que “en una primera mirada, me parece que no es negativa la posibilidad, por motivos de desarrollo social, ya que hoy las personas están viviendo más y tienen un periodo inactivo muy prolongado, de alrededor de 30 años”.
En todo caso, descata que existen opciones para retirarse antes y que no es una obligación, en estricto rigor, llegar al tope de la edad de jubilación.
Jugando con fuego
El sociólogo advierte que el Gobierno se encuentra en un terreno delicado. “En el imaginario colectivo ya se les ha hecho la cruz a las AFP’s. La calle dice no más AFP’s, y las propuestas del Gobierno que se debaten hoy a nivel de la clase política son como modificamos y reformamos este sistema. Entonces, ahí habrá un conflicto y una confrontación”, sostiene.
“Si uno plantea esta medida con un criterio estrictamente económico y para salvar las AFP’s, obviamente que no será bien recibida. Se tiene que estudiar qué impactos puede tener y resaltar los beneficios en la modificación del estatus de la población de la tercera edad, de lo que significa vivir como jubilado y sentir que ya no se tiene cabida en una sociedad productivista como la nuestra”, afirma.
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