Patricio Ovalle, Coordinador de la Plataforma Colaborativa Regional de Innovación para Ciudades de Latinoamérica del BID: “Trabajamos para crear un conjunto de recursos que ayuden a establecer HUB de innovación y acelerar su desarrollo para un mayor impacto en la ciudad”

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Felipe León Papic
Felipe León Papichttps://www.diariosustentable.com
Felipe León es fundador de Diario Sustentable. Periodista, Universidad Adolfo Ibáñez, Master en Responsabilidad Social Empresarial, Universidad Alcalá de Henares, España, Beca Fundación Carolina.
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Patricio Ovalle, Coordinador de la Plataforma Colaborativa Regional de Innovación para Ciudades de Latinoamérica del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), comparte su visión sobre los desafíos y oportunidades de fomentar la innovación en ciudades de la región. Ovalle destaca cómo el modelo de innovación implementado en Providencia se está replicando desde el BID en 15 ciudades y resalta la importancia de la colaboración entre el sector público, startups y empresas para enfrentar los desafíos urbanos.

¿Cuáles son los objetivos de la plataforma colaborativa regional de innovación para ciudades de Latinoamérica del BID?

Lo que nosotros denominamos como plataforma es un proyecto que busca, por un lado, implementar habilidades, conocimientos y capacidades para fomentar la innovación en los equipos gubernamentales de las ciudades y países. Por lo tanto, se trata de un entorno de colaboración en el cual mi función principal consiste en coordinar las actividades de 15 ciudades de Latinoamérica, incluyendo urbes tan grandes como Sao Paulo, Curitiba, Buenos Aires, Medellín y Bogotá, entre otras. A partir de esta plataforma, trabajamos para crear un conjunto de recursos que les ayude a realizar tres cosas: establecer laboratorios de innovación, acelerar su desarrollo, es decir, hacerlo más sistemático y con un mayor impacto en la ciudad, y expandir y replicar los laboratorios que ya estén en una etapa avanzada. Buscamos, en cierta medida, replicar el modelo del HUB Providencia, el cual impulsamos junto a la alcaldesa Matthei y en el cual tuve el liderazgo desde su comienzo.

¿Cómo ves los temas de innovación y ciudad en Latinoamérica?

La innovación se impulsa a partir de los retos y desafíos. Al menos, así es como yo lo veo. Observo que en Latinoamérica enfrentamos numerosos desafíos: migración significativa, crecimiento urbano marcado, cuestiones de espacio público, escasez de agua, y por lo tanto, la innovación se erige como un elemento clave para catalizar procesos y buscar soluciones. Es ahí donde nace la innovación, en colaboración con la ciudad, con el objetivo de construir un futuro conjunto. Esta dinámica es muy diversa, tenemos ciudades que están en etapas avanzadas en términos de innovación, pero también ciudades que están en fases tempranas en este sentido.

Estas disparidades se deben a la falta de apoyo político, a la carencia de equipos, metodologías bien definidas y espacios físicos adecuados, así como a la ausencia de equipos debidamente conformados para asumir la innovación. Así, lo que alguna vez podría haber parecido una opción secundaria para aquellos interesados en innovar, hoy en día se ha convertido en una necesidad imperante. En el ámbito público, se ha comprendido e internalizado que la innovación es un deber para enfocar los esfuerzos en el ciudadano y evolucionar de simples programas de gobierno hacia un diseño de servicios orientado a las personas.

¿El concepto de Govtech que está emergiendo en la agenda?

En su momento, fue un desafío considerable transformar el nombre y la estructura de un departamento de desarrollo económico para que se convirtiera en una dirección llamada Hub Providencia. Sí, eso representó el primer cambio: un cambio de mentalidad que llevó a la creación de un espacio más ágil, colaborativo e innovador, una suerte de caja de herramientas para la innovación. A partir de ahí, comenzamos a implementar diversos procesos de innovación abierta para abordar desafíos públicos. Así es como nació Govtech, un ecosistema de colaboración que conecta a startups y empresas que emplean datos, tecnologías o metodologías de innovación para enfrentar retos en el ámbito público o municipal.

Este enfoque surge debido a que en el sector público, especialmente en Latinoamérica, las compras públicas se concentran en un pequeño número de empresas, principalmente en tres áreas fundamentales: seguridad, salud y educación. Y aquí es donde entra en juego Govtech. Nuestra intención es, por un lado, impulsar el desarrollo de startups y, por otro, establecer un vínculo con el sector público para lograr que este sea más ágil, creativo e innovador.

¿Cómo se implementa el programa del BID?

Hoy soy parte del equipo de la División de Desarrollo Urbano del Banco Interamericano de Desarrollo. Dentro de esta división, opera un laboratorio enfocado en ciudades, y en el marco de este, se encuentra este proyecto, posiblemente el más relevante en nuestra área. Se trata de un proyecto destinado a promover la formación, impulso y ampliación de los hubs de innovación. Mi dependencia es directamente de Washington D.C., y mi labor se despliega en un rol completo 360°.

Mi trabajo consistió en varias etapas. Inicialmente, identifiqué las posibles ciudades, entrevisté a estas, seleccioné aquellas que hoy forman parte del proyecto y diseñé tanto el plan de trabajo como una metodología. Tal vez lo más innovador y distintivo es que desarrollamos un enfoque metodológico diferente a muchas otras en el ámbito de trabajo con ciudades. Basándonos en cuatro parámetros, realizamos una autoevaluación a través de encuestas, análisis, investigación y entrevistas, además de presentaciones que debieron llevar a cabo las ciudades interesadas.

Segmentamos las ciudades en dos grupos: las que se encuentran en la fase de ideación y aceleración, es decir, aquellas que carecen de apoyo político, de equipo y de espacio físico; y las que sí poseen estas características. Con base en esto, generamos dos ofertas diferenciadas según el ciclo de desarrollo. No obstante, también creamos una oferta que abarca a todas las ciudades de manera transversal. De este modo, implementamos ciclos de seminarios, charlas y talleres para las quince ciudades que participan. Aunque todas interactúan conjuntamente, también realizamos ciclos de talleres segmentados según la etapa de desarrollo en la que se encuentre cada ciudad.

Este enfoque me parece significativo ya que estamos estableciendo una metodología que permitirá a cualquier ciudad que desee sumarse, llevar a cabo su propia autoevaluación y adquirir un conjunto de habilidades para agilizar su proceso de innovación.

En cierto sentido, ¿El impacto de Providencia, hoy día se amplía a 15 ciudades?

Es realmente gratificante comenzar a trabajar basándome en la experiencia que viví en Providencia. Ahí, empezamos con muchos temores y miedos, pero siempre contamos con el apoyo político de la alcaldesa Matthei para apostar por este proyecto. Ella generó un ambiente cómodo en el que nosotros, como equipo, pudimos desarrollarnos, incluso cometer errores. Fue desde ese punto que logramos transformar un departamento en una dirección y, finalmente, una dirección en un Hub. Ver que hoy este modelo se está replicando en 15 ciudades de Latinoamérica es increíble. De alguna manera, me siento afortunado por poder colaborar con 15 ciudades de gran envergadura. Sin embargo, también me reconforta saber que una metodología que creamos en Chile, en Providencia, está escalando a nivel latinoamericano.

Me doy cuenta de que todos los temores, fallos e incluso los éxitos que experimentamos fueron el cimiento para desarrollar esta metodología en el banco. Esta metodología está empezando a dar resultados en estas 15 ciudades, donde estamos construyendo un ecosistema y ya tenemos un plan definido para ello. Veo que está generando un impacto real y que lo que imaginábamos hace seis años era realmente vanguardista y audaz, pero tenía mucho sentido para el mundo que se avecinaba, especialmente en medio de las dificultades y amenazas que enfrentamos actualmente en el ámbito público. Al menos, haber introducido este enfoque innovador me llena de orgullo y satisfacción.

¿Qué buenas prácticas han mapeado en esto en estos años de experiencia y que se pueden aplicar a ciudades?

En Chile, tendemos a ser muy críticos, a menudo somos autocríticos. Pensamos que muchas cosas no funcionan bien en nuestro país, pero cuando comenzamos a explorar otros lugares, nos damos cuenta de que, si bien hay aspectos que necesitan mejorar en Chile, como en cualquier lugar, también hay cosas en las que somos muy competentes.

Contamos con un ecosistema de emprendimiento e innovación sólido. Aunque a veces existe una brecha entre la empresa y la investigación, definitivamente contamos con un ecosistema robusto.

Además, la administración pública en Chile ha adoptado cada vez más una mentalidad innovadora. Creo que desde Providencia hemos realizado una valiosa contribución al ámbito de la innovación pública. El Hub de Providencia se basa en pilares sólidos, incluyendo la formación de un equipo altamente profesional y técnico, con individuos que se capacitan tanto en Chile como en el extranjero, y utilizan metodologías de pensamiento de diseño e innovación. Este equipo se desafía constantemente, asume riesgos y cambia el paradigma. La creación del Hub de Providencia marcó el inicio y ahora vemos la replicación de este modelo en lugares como Vitacura, Lo Barnechea, y próximamente en La Reina y Las Condes. Lo que comenzó como algo pequeño se está convirtiendo en una política pública en Chile.

Luego, este modelo se internacionaliza en cierta medida con lo que estamos haciendo ahora en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde buscamos instituir esta metodología. Afrontamos el desafío de cómo garantizar que estos modelos tengan gobernanza y no sean tan susceptibles a los cambios políticos. En muchos casos, estos modelos son más un reflejo de planes de gobierno que de planes de Estado. Por ejemplo, en Providencia creamos la Dirección de Desarrollo con el Departamento de Innovación para asegurar la gobernanza del Hub. En Bogotá, ocurrió algo similar: se creó un laboratorio de innovación con una gobernanza establecida. Sin embargo, hay muchas ciudades donde estos laboratorios no tienen la misma protección y están expuestos a cambios políticos.

La regulación, los métodos, el perfil de los equipos, el desarrollo de apoyo político y la identificación de los desafíos que abordaremos desde diferentes perspectivas (ciudadana, técnica, política o reguladora) son elementos que configuran este modelo de impulso a la innovación. Estos factores han permitido que el modelo del Hub de Providencia se expanda en Chile y se replique a nivel latinoamericano.

¿Hay una desconexión que a veces hay de la administración pública con las empresas y startups?

Existe una desconexión que podría compararse con una especie de caricatura: un elefante o un dinosaurio intentando comunicarse con un chimpancé o un unicornio. Imagina al elefante, grande y que requiere mucha energía para moverse, cansado. En contraste, el chimpancé está lleno de energía, dispuesto a jugar y explorar. Son dos mundos que naturalmente parecen no tener puntos de contacto. Para que haya comunicación, como mencionas, se necesita colaboración, empatía y reconocimiento mutuo. Este reconocimiento se basa en la aplicación de ciertas metodologías. La situación es más sencilla cuando hay apoyo político, un líder como un alcalde o alcaldesa, un intendente o intendenta, como lo tuvimos en Providencia. Esto crea el espacio para reunir un equipo competente, motivado y bien capacitado, que desarrolla proyectos y actividades impactantes para la ciudadanía.

Por lo general, en el sector público, tanto en Chile como en Latinoamérica, esto no ocurre con frecuencia. Aquí, la clave es convertir a las ciudades en entidades más empáticas y a las personas en colaboradores abiertos a desarrollar ecosistemas. Dos aspectos esenciales son la capacidad de exploración, donde conecto, converso y busco personas con perspectivas diferentes a la mía, incluso conexiones inusuales. Por otro lado, está la capacidad de ejecución: realizar las tareas asignadas de manera efectiva y en tiempo. Esta dualidad es complicada de lograr en las organizaciones, especialmente en el sector público, donde se navega en aguas agitadas. A menudo se cree que la innovación sigue una línea recta, pero esa línea en realidad está llena de altibajos emocionales. Manejar las emociones es crucial. Una persona puede manejar alrededor de cinco desafíos en un proyecto de innovación, pero en realidad, estos proyectos suelen enfrentar alrededor de 30 desafíos. Esto significa que se necesitan aproximadamente seis personas para gestionar un proyecto de innovación.

Lo que se requiere aquí es un equipo con habilidades técnicas y emocionales para innovar. Además, se necesita un número suficiente de personas, capaces de lidiar con frustraciones, obstáculos y rechazos que son inherentes al proceso de innovación.

¿Cómo se puede escalar el modelo en comunas sin tantos recursos?

Tengo la impresión de que en cierto sentido, muchas comunas ya han avanzado en esta dirección. Tomemos el ejemplo de Renca: aunque no se le llame Hub, tiene su propio espacio llamado La Fábrica de Renca. Cuenta con un lugar físico, un equipo dedicado exclusivamente a ello, fuerte respaldo político y metodologías de trabajo establecidas. En esencia, tiene un tipo de hub. También existen otras iniciativas, como el Centro Yunus, que se centra más en el emprendimiento. En resumen, considero que esta perspectiva no discrimina según la cantidad de recursos, sino que depende de si el alcalde o alcaldesa tiene la visión de generar procesos de innovación y cree que es posible innovar desde el ámbito público y la ciudad.

¿Cuáles son hoy día tus desafíos desde el BID?

Desde el banco, nuestro objetivo principal es establecer un ecosistema de colaboración, comenzando por las 15 ciudades de Latinoamérica. Queremos fomentar la transferencia de las mejores prácticas entre estas ciudades, permitiéndoles conocerse, identificar retos conjuntos y abordarlos en colaboración, aprovechando sus capacidades combinadas. Esta no es la norma en la administración pública, ya que suele operar en compartimentos estancos.

El segundo objetivo es desarrollar un programa sólido para equipar a los equipos de innovación en América Latina con competencias, habilidades y capacidades necesarias para impulsar la innovación.

Y en tercer lugar, desde un punto de vista más personal, mi deseo es también transmitir todas estas buenas prácticas y cultivar una cultura similar en Chile. Me gustaría que nuestro país vea que la innovación puede trascender al ámbito público. Hay un inmenso espacio para innovar en las compras públicas, en los procesos de interacción con los ciudadanos y dentro de las organizaciones mismas. Considera que el mercado público transa alrededor de 17 mil millones de dólares anuales. ¿Qué sucedería si optimizáramos este gasto público al trabajar con startups y promover la innovación en las compras públicas? Si las soluciones a los desafíos ya no provinieran solo de empresas tradicionales, sino de startups que utilizan tecnología y metodologías innovadoras.

Tengo la firme convicción de que transformaríamos Chile en un país mucho más empático, centrado en los ciudadanos, con un enfoque en el diseño de servicios que beneficien a los usuarios. Mi propósito personal en el banco es extender esta cultura, establecer capacidades y crear ecosistemas de innovación y emprendimiento en Latinoamérica.

Los espacios como este, que permiten visibilizar y comunicar las iniciativas de innovación y emprendimiento en las ciudades, son fundamentales. Creo que debería haber más de estos espacios porque es valioso poder comunicar. A menudo, los medios de comunicación se centran en los aspectos negativos o lo que falta. Es importante destacar y dar visibilidad a aspectos tan positivos como la innovación, el emprendimiento y los logros de las ciudades o de los chilenos en Latinoamérica. Esto es esencial para avanzar. Por eso, agradezco la oportunidad de compartir estos pensamientos.

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