“Agricultura Inteligente”, la automatización llega a la industria local para hacer frente a la sequía estival

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Gracias a un trabajo de ingeniería, la industria chilena ha desarrollado soluciones tecnológicas que contribuyen a tener cultivos más eficientes en medio de la actual crisis climática.

Las soluciones desarrolladas bajo el alero de la automatización se han vuelto vitales para casi todas las industrias, y en especial la agrícola, frente a la crisis climática y sequía, fenómenos que se agravan con el inicio de la primavera y el verano producto de las altas temperaturas y falta de lluvia.

A diferencia de otras zonas como el trópico, los cultivos en Chile pueden estar hasta dos meses sin disponibilidad hídrica en temporada estival, lo que hace cada vez más necesaria la implementación y desarrollo de plataformas que entreguen de manera precisa el agua, y cuando la producción lo requiere.

La aplicación de tecnología a la industria agrícola local es fundamental en el actual contexto económico y alimentario, y sus desafíos futuros. Es por eso que en Chile se han desarrollado sistemas basados en la “automatización”, que tienen como objetivo lograr una mayor producción de alimentos y provecho en el uso del recurso hídrico, gracias a un mejor rendimiento de los procesos.

“Las actuales soluciones integran en una única infraestructura el riego, la fertilización y el control de heladas. Estas plataformas de agricultura inteligente no solo están contribuyendo a hacer más eficiente el uso del agua, sino también a incorporar tecnología de vanguardia al cultivo de alimentos en Chile”, explica Max Amenábar, gerente de proyectos de Dripsa, empresa nacional de ingeniería que ha desarrollado este tipo de tecnologías.

Y agrega que “nuestro país cuenta con la capacidad de ser una potencia alimentaria, ya que el producto nacional es de muy buena calidad y reconocido globalmente. Sistemas de este tipo buscan hacer más sostenible la industria, tanto por un uso más eficiente de los recursos, como por la disponibilidad de agua y nutrientes que son fundamentales para la protección de los cultivos”.

Inteligencia agrícola en acción

Al instalar plataformas agrícolas inteligentes, el riego automatizado se integra con otros dos procesos vitales para el crecimiento de los cultivos: la fertilización y la mitigación de los efectos de las heladas. Para ello, se incorporan al agua los nutrientes básicos para árboles frutales y verduras, como nitrógeno, potasio y fósforo, entre otros.

En tanto, al detectarse riesgo de heladas, los mismos aspersores proveen protección con gotas de agua a través de un fenómeno físico conocido como “efecto iglú”, donde la gota que envía el dispositivo hasta la hoja de los árboles permite construir una capa de hielo que funciona como una barrera molecular, evitando que el frío penetre hasta la célula y cause su necrosis o muerte celular.

Por su parte, los aspersores, entregan al cultivo esa capa de hielo que el ambiente no puede otorgar por la falta de humedad. Un gramo de agua congelada libera alrededor de 80 calorías por cada gramo que se congela. “Sin la protección de la capa de hielo, el tejido de la planta recibiría directamente el impacto del frío. La explicación es que las células vegetales están compuestas por vacuolas (órganos unidos a la membrana), que de hecho tienen agua”, agrega el experto de Dripsa.

Al congelarse el agua dentro de las vacuolas, la célula se expande y revienta. Así se produce la necrosis del tejido vegetal. “Se estima que ante una temperatura de -3 grados, se podrían requerir alrededor de 2.5 milímetros de agua por hora. Si la temperatura baja, también debe aumentar la aspersión: mientras más agua tenga el sistema, más humedad ambiental se genera y más humedad sobre la planta”, puntualiza Amenábar.

“Hoy es posible tener funcionando de forma simultánea riego inteligente automatizado, telemetría, fertirriego y control de heladas mediante el agua, logrando una máxima eficiencia que a la larga se convierte en una inversión, más que en un gasto. En nuestro caso, estamos aportando con ingeniería para diseñar proyectos complejos que requieren un gran conocimiento para llevarlos a cabo e instalarlos. Los más beneficiados son los productores, pues pueden ahorrar recursos en grandes cantidades y ser más eficiente en la gestión de los cultivos”, concluye el experto.  

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