Los efectos del cambio climático ya afectan la producción y calidad de los vinos

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La industria del vino ya sufre los efectos negativos del cambio climático; es un hecho. Así de categórico es el chileno Francisco “Pancho” Campo, pionero a nivel internacional en la investigación sobre el impacto del cambio climático en la industria vinícola y organizador del primer encuentro mundial sobre el tema.

Por Valentina Bastías Atias

“Para hacer buen vino hacen falta uvas de calidad y las uvas buenas están influenciadas directamente por la pluviosidad, los rayos ultravioleta, la temperatura y los recursos hídricos, que es lo que afecta el cambio climático”, señaló Campo, radicado en Barcelona hace más de cuarenta años.

El embajador del “Protocolo de Porto”, una declaración de intenciones lanzada en julio pasado para reunir a los productores de vino en una producción sostenible y sustentable ante el cambio climático, difundió en Santiago los alcances del documento e invitó a los interesados a unirse y a aportar a la industria mediante el traspaso del “know how”.

En una entrevista con el Diario Sustentable, Campo aseguró que existe una relación directa entre la variación del clima y la calidad del vino, ya que si se ve dañada la uva, todo su proceso posterior sufrirá las consecuencias.

“La madurez de la uva se calcula por dos factores: por la cantidad de azúcar que se va a convertir en alcohol y por la complejidad de los aromas, que es la madurez fenólica”, explicó el charlista, quien ha trabajado codo a codo con personalidades como Barack Obama, Al Gore y Kofi Annan.

Añadió que el aumento de la temperatura hace que la uva adquiera mucho contenido alcohólico y muy rápido, por lo que los vinos “salen muy alcohólicos, pero quedan todavía inmaduros desde el punto de vista de los aromas, la complejidad”.

Campo, quien dice haber estudiado las variaciones del cambio climático y su afectación en la producción de vinos desde el Círculo polar ártico hasta Sudáfrica, recalcó que este fenómeno trae perjuicios no solo a la calidad del vino, sino que adelanta la cosecha y merma la producción.

Lo anterior a raíz de las pestes y enfermedades que alcanzan los viñedos debido a los insectos que se reproducen rápidamente a temperaturas más cálidas y son propensos a transmitir infecciones a la fruta.

Se suma la escasez hídrica presente en múltiples regiones y países del mundo, como España y Portugal, lo que implicaría dificultades para el riego y mantención de los cultivos.

Frente a este panorama, los empresarios y productores del rubro buscan aprovechar el agua del regadío y disminuir la producción de dióxido de carbono, o bien recaptar las emisiones de seis gases incluidos en el protocolo de Kioto y producidos por la actividad humana, además de paliar los efectos contaminantes que deja el transporte del vino, el empaquetado y la publicidad de los mismos.

Campo advirtió que quienes más sufren estos daños son los agricultores y empresas familiares, porque planifican a futuro y se preocupan de la seguridad de sus trabajadores y la continuidad de la viña, “que debe quedar a los hijos y nietos”.

El primer latinoamericano en obtener la categoría de Master of Wine manifestó que su interés por estudiar el cambio climático y la afectación a la industria del vino surgió en 2004, al crear el primer congreso sobre la materia, al que asistieron solo 80 personas, “la mayoría invitados y medio obligados a ir”, dijo.

Recordó que hace diez o quince años, “la gente no pensaba que el cambio climático tenía relación con el vino, y los que veían algún vínculo pensaban que era muy temprano para preocuparse”.

Puso como ejemplo una charla dictada en California para un grupo de trabajadores, quienes alertaban sobre las elevadas temperaturas, que los obligaban a hidratarse y protegerse del sol y del calor cada una hora.

“Ellos mismos sin saber que existía un fenómeno llamado cambio climático se habían dado cuenta de esto. El gran problema es que esto lo creamos las sociedades occidentales modernas, pero quien más lo sufre es la gente humilde y de esfuerzo”, agregó.

Reconoció que la empresa privada se da cuenta del asunto cuando “se les toca el bolsillo”, entonces buscarán soluciones para continuar con su producción pese a la sequía, la falta de recursos y el deterioro de los mismos, con el propósito de ajustar o mantener la calidad de sus vinos.

Actualmente, el incremento de la temperatura es de un tercio de grado Celsius cada diez años, lo que serían tres grados en los próximos cien años, más de lo que ha ocurrido en los últimos 10.000 años.

La industria vinícola, particularmente, ha sufrido un aumento promedio en sus viñedos alrededor del mundo de dos grados y se espera que siga en incremento, de acuerdo a un estudio publicado por el Dr. Gregory Jones, de Lindfie College en Oregon, que avizora posibles condiciones críticas en áreas cálidas como Francia, California y Chile.

Campo es hoy uno de los más activos miembros del grupo contra el cambio climático liderado por el ex vicepresidente de Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz, Al Gore, quien lo invitó a formar parte de este en 2006.

Desde ese año a la fecha, el influenciador ha organizado más de un centenar de encuentros, congresos y conferencias en más de 30 países, y este año volverá en noviembre a Chile para promover la Cumbre Mundial del Cambio Climático, que tendría lugar en 2019 y contaría con la presencia de destacados enólogos, referentes y líderes internacionales, autoridades y empresarios del rubro.

La idea es replicar el próximo año la cumbre de medio ambiente Climate Change Leadership, que en julio recién pasado se organizó en Oporto, Portugal, y en la que participaron el ex presidente Barack Obama, la directora de la Unesco Irina Bokova y el Nobel de la Paz Mohan Munasinghe.

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