Comercio Justo: Un motor para lograr mercados más inclusivos y sostenibles

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El trabajo infantil, la pobreza y la discriminación son solo algunas de las prácticas que se ha propuesto abolir el Comercio Justo, un concepto que se ha instalado en las góndolas del mercado mundial para promover sociedades más inclusivas, sostenibles y sustentables.

Por Valentina Bastías Atias

“Hoy en día, los jóvenes quieren productos del comercio justo, donde no haya explotación; chocolates en los que no hayan niños siendo tratados como esclavos. Esta es una de las metas a las que aspira el comercio justo”, dijo el presidente de la Organización Mundial de Comercio Justo (WFTO, en inglés), Rudi Dalvai.

De acuerdo a los expertos, el consumidor actual ha salido del anonimato y tiene “el sartén por el mango”, por ser finalmente quien elige, compra y promociona con sus pares un producto, dando cada vez más privilegio al rol social y medio ambiental detrás de cada marca.

Las ventas mundiales del comercio justo en 2017 se incrementaron en un 8 por ciento respecto del año anterior, gracias a la conciencia que ha despertado esta filosofía entre las personas, por su rechazo al modelo económico actual.

“Hay ciudades en Alemania que compran la ropa para estudiantes en comercio justo. Por otra parte, en Seúl, Corea del Sur, los comedores públicos tienen que servir un 20 por ciento de productos que provengan del comercio justo”, sostuvo Dalvai, quien viajó a Chile para participar en una serie de actividades vinculadas a la Semana del Comercio Justo en el país.

De visita en Santiago, el economista italiano explicó en una entrevista con el Diario Sustentable cómo ha evolucionado y se ha masificado en el mundo este movimiento, cuyo desarrollo en Europa ha sido una alternativa a los productores locales y un respiro a la explotación industrial de los recursos.

“El Parlamento europeo fue el primero en reconocer el comercio justo, al inicio de los noventa. Se decidió que el Parlamento bebería solo café proveniente del comercio justo, lo que fue importantísimo”, precisó.

Valoró también el surgimiento de las llamadas “Tiendas del Tercer Mundo” en el extranjero, donde se transan productos como el café colombiano, el ron de Cuba, la miel de Chiapas, la Quinua de Bolivia y Perú, entre otras manufacturas ligadas a la artesanía y el textil.

Según Dalvai, la sobreinformación en el mercado obliga a que las organizaciones apoyen el comercio justo en cada país y creen un canal entre los pequeños productores y el consumidor, además de generar cadenas de valor agregado y abrir el mercado local.

“Hay productores de café, de miel, de vinos, que hacen un trabajo excelente. Ahora solo queda construir el puente con el consumidor, con la búsqueda de tiendas donde se pueda vender este producto y canales para que llegue a él. Nunca podrás llegar a todos los consumidores, pero sí al 3 o 5 por ciento de los que conocen el comercio justo y están dispuestos a comprarlo”, destacó.

Afirmó que optar por este tipo de productos es conocer lo que se compra y toda su cadena de elaboración y origen; si fue producido de forma amigable con el medio ambiente, bajo condiciones de trabajo dignas y en línea con los criterios internacionales establecidos por la Fairtrade International.

“Hay muchas personas sensibles dispuestas a comprar esos productos, pero se tiene que trabajar para ofrecerlos y crecer, pero potencialidad hay”, señaló Dalvai, quien se encargó de difundir en nuestro país las bases para obtener el sello de certificación mundial del comercio justo.

El sector público, aseguró, es un actor principal en esta cruzada, ya que funciona como un validador de peso y, además, “es uno de los más grandes consumidores en volumen, ya que involucra a todas sus oficinas, escuelas, hospitales, lo que da enormes opciones de crecer”.

Advirtió que los pequeños productores, en su mayoría organizados en cooperativas, se han visto amenazados por el escaso respaldo que ofrecen algunos gobiernos a nivel mundial al apoyo social.

En este contexto, la injerencia del sector privado es crucial y va en aumento, ya que “contribuye a las empresas a dar un ejemplo, porque el consumidor se ha vuelvo más exigente y pide más productos limpios, del punto de vista social y ambiental”.

Comentó que la consolidación del comercio justo a nivel mundial tiene un largo camino por delante, “porque si tomamos los textiles como ejemplo, que se producen en India, Sri Lanka o Bangladesh, vemos que todavía hay una explotación tremenda y no es fácil para las empresas que importan productos el controlar esto. Sin embargo, siempre se están desarrollando más herramientas de control”.

Remarcó esperanzado que se está logrando el primer y más importante paso, que es concientizar a los consumidores, quienes muchas veces al adquirir un producto desconocen lo que hay detrás de este y se olvidan del largo camino que recorrió hasta llegar a sus manos.

Sostuvo que las bases para el comercio justo han contribuido a su crecimiento en los países europeos, gracias a los compromisos adquiridos por la Unión Europea y los objetivos propuestos en esta dirección por las Naciones Unidas.

Latinoamérica, dijo, ha sido reconocida por ser una región productora y exportadora, que ha apuntado desde los años ochenta y noventa a Norteamérica, Australia y el continente europeo, con productos tales como el cacao, café, plátano y las artesanías.

Pero el aumento del poder de compra en países como Chile y Brasil ha permitido destrabar las ventas internas o entre vecinos de productos derivados del comercio justo, puntualizó, lo que brinda nuevas oportunidades de crecimiento y colaboración a la región; reconocida por la abundancia de recursos naturales, materias primas y técnicas de producción.

“Por esto, yo creo que el futuro del comercio justo en Latinoamérica no está en Norteamérica ni en Europa, sino que en sus propios países”, vaticinó Dalvai.

En Chile, más de 56 compañías, organizaciones y cooperativas están certificadas en la práctica del “Comercio Justo”, liderados por los rubros agrícola y artesanal.

La Organización Mundial del Comercio Justo, antes como Asociación Internacional de Comercio Justo, fue creada en 1989 y es una asociación global de 324 organizaciones en más de 70 países. Además de ésta, existen otras certificaciones para quienes trabajan bajo este concepto.

 

 

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