Por Paola Méndez
Esta columna fue originalmente publicada en el blog Volvamos a la fuente del Banco Interamericano de Desarrollo BID.
Desde hace ya varios años, los países de América Latina y el Caribe han iniciado programas masivos destinados al ahorro de energía eléctrica: nuevas instituciones se han creado, leyes, normas y regulaciones han sido dictadas para que la sociedad, y en particular, los usuarios finales de energía la utilicen racionalmente. ¿Por qué si el agua es un recurso igualmente valioso, no vemos el mismo ímpetu?
La preocupación por el uso eficiente del agua en nuestra región ha estado rezagada para momentos de sequía y escasez. ¿No será hora de pensar en políticas sistemáticas para aumentar el uso eficiente del agua a nivel del hogar?
El consumo de agua en el sector residencial es sumamente relevante. Diariamente se invierten colosales recursos humanos, técnicos y financieros para extraer, distribuir y tratar el agua que llega a nuestras viviendas.
El ahorro de agua en el hogar es un ámbito donde cada uno de nosotros tenemos incidencia directa. Pero, ¿cuánta agua se consume en el hogar y qué uso se le da? La información es escasa, pues pocos países cuentan con información actualizada y detallada del consumo de agua por hogar. En el caso de Argentina, estimaciones indican consumos cercanos a los 300 litros por persona por día, mientras que en Uruguay el consumo residencial es cercano a los 128 litros por persona por día. En Colombia, las estimaciones indican un consumo de 80 litros por persona por día (Fuente: The IBNET Water Supply and Sanitation Blue Book 2014).
¿Y en qué usamos el agua? Estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) indican que entre 35 a 40% del agua, utilizada en la vivienda, se usa para bañarse o lavarse, 20 a 30% para la descarga del sanitario y entre un 10 y 20% para el lavado de la ropa.
Dada la importancia de la utilización de equipos consumidores de agua, varios países ya están implementando medidas para reducir el derroche de agua. En particular, se están introduciendo, como ya se hizo en el sector energético hace varios años para los aparatos consumidores de energía, etiquetas y estándares mínimos de consumo de agua para aparatos del hogar.
Por ejemplo, en Estados Unidos, desde 1995 se regula por ley la cantidad de agua para los sanitarios, exigiendo que estos no utilicen más de 6 litros de agua por descarga. Adicionalmente, la Agencia de Protección del Medioambiente (EPA por su sigla en inglés) ha desarrollado una etiqueta de ahorro de agua (Watersense) que permite al consumidor identificar productos que van más allá de esa exigencia y otorga la etiqueta a sanitarios que utilizan cerca de 4,8 litros por descarga. Esto puede llegar a permitir un ahorro significativo de agua: En muchos de nuestros países, ¡los estanques de los sanitarios pueden llegar a utilizar más de 12 litros de agua por descarga!
En el caso de las lavadoras, existen igualmente iniciativas interesantes. Nueva Zelanda introdujo el etiquetado de Eficiencia en el Uso de Agua, para lavadoras, lavavajillas, duchas, entre otros productos. Cada producto es clasificado según su nivel de eficiencia en el uso de agua, y esta es comunicada visualmente a los consumidores a través de estrellas. A mayor cantidad de estrellas, mayor es la eficiencia del producto. Así, hoy día, es posible identificar lavadoras que consumen 50 litros de agua por cada lavado, a diferencia de los 150 a 170 litros que pueden llegar a utilizar las lavadoras.
Lamentablemente, en nuestra región aun no vemos a ningún país implementado medidas de estándares mínimos o etiquetado obligatorio que permitan aprovechar este potencial de ahorro en agua a nivel del hogar.
¿Cómo avanzar en la implementación de estas medidas? Lo primero es información: es necesario que los tomadores de decisión conozcan con mayor detalle ¿cómo varían los patrones de consumo de agua en el hogar? ¿qué equipamientos consumidores de agua están presentes en el hogar? ¿cuál es el costo de los equipos “ahorradores”? y ¿cuál es el potencial del ahorro de agua de cada medida? Esta información es esencial para poner en marcha, evaluar y priorizar medidas de etiquetado y estándares en cada país y lograr así la implementación de medidas que permitan que todos en la región ahorremos agua diariamente.
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Paola Méndez
Con más de 10 años de experiencia en el sector infraestructura, ha apoyado el diseño, implementación y evaluación de operaciones en áreas de energía y vivienda en diversos países de América Latina y el Caribe. Inicialmente como consultora para la División de Energía del BID, apoyó el desarrollo de operaciones y de conocimiento en temas de electrificación rural, energía solar y de eficiencia energética. Actualmente apoya a la División de Agua y Saneamiento (WSA) en el desarrollo de productos de conocimiento en temas de acceso a agua y saneamiento, eficiencia energética y manejo de residuos sólidos en la región. Antes del llegar al BID, trabajó en la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), en Alemania y Chile, apoyando transversalmente iniciativas bilaterales de cooperación técnica en el sector energético. Ha trabajado, adicionalmente, como consultora independiente para diversas organizaciones del sector público y privado. Es candidata a Doctor en Economía de la Universidad de Dauphine, cuenta con una Maestría en Desarrollo y Economía de la Universidad de Versalles en Francia y con el título de Ingeniera Civil Industrial Eléctrico de la Universidad Federico Santa María de Chile