La VIII Encuesta de Microemprendimiento (EME) revela que el 54,2% de quienes emprenden lo hace de manera informal, mientras que las ganancias promedio alcanzan los $828.612 mensuales. La medición confirma el rol central del microemprendimiento en la economía chilena, pero también evidencia brechas estructurales que persisten.
Chile cuenta con 1.998.178 personas microemprendedoras, según los resultados de la VIII Encuesta de Microemprendimiento (EME), elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en coordinación con el Ministerio de Economía, Fomento y Turismo. El estudio caracterizó a quienes trabajan por cuenta propia o administran microempresas de hasta 10 trabajadores, y fue realizado entre mayo y agosto de este año.
Quiénes son quienes emprenden en Chile
Los datos revelan que el microemprendimiento continúa siendo un motor clave de generación de ingresos para miles de hogares. Del total:
- 59,3% son hombres,
- 40,7% son mujeres,
- 45,9% tiene entre 35 y 54 años,
- 21,2% se ubica entre los 55 y 64 años.
En cuanto a la composición del trabajo, el 86,8% corresponde a trabajadores por cuenta propia, mientras que el 13,3% son empleadores. De estos últimos, un 40,6% tiene solo un trabajador o trabajadora, mientras que un 37% cuenta con tres o más personas en su negocio.
Por necesidad más que por oportunidad
La encuesta muestra un patrón persistente en el ecosistema emprendedor chileno: casi la mitad de los microemprendimientos (49,4%) se inició por necesidad, mientras que un 34,8% surgió a partir de una oportunidad.
En materia de financiamiento, el 60,4% inició su actividad con recursos propios, mientras que solo un 12,2% utilizó préstamos o créditos como capital inicial. Estas cifras confirman el rol de los microemprendimientos como soluciones económicas inmediatas, pero también reflejan la limitada capacidad de acceso a financiamiento formal.
Ingresos: la mayoría bajo el promedio nacional
Las personas microemprendedoras obtienen, en promedio, $828.612 mensuales. Sin embargo, el estudio muestra una alta dispersión:
- 76,9% gana menos o igual que ese promedio,
- El ingreso mediano llega a $400.000, la mitad exacta del promedio, lo que evidencia una fuerte concentración de ingresos en rangos bajos.
Una informalidad que retrocede, pero sigue siendo mayoritaria
Uno de los datos más relevantes del estudio es que el 54,2% del microemprendimiento en Chile es informal. Aunque esta cifra disminuyó levemente respecto a la versión anterior de la encuesta (58,3% en 2022), sigue representando una brecha significativa.
La informalidad es mayor entre mujeres (59%), personas con menor escolaridad (75,4% entre quienes tienen solo educación básica) y sectores como agricultura, pesca, ganadería, electricidad, agua, pequeña minería (74,3%), construcción (67,9%) y manufactura (63,6%).
Las razones más mencionadas para no formalizarse incluyen:
- “El negocio es demasiado pequeño o la actividad es poco frecuente” (52,5%).
- “El registro no es esencial para el funcionamiento” (20,2%).
En términos de seguridad social, solo el 43,6% cotiza en salud y el 28,4% en AFP, lo que refleja riesgos importantes frente a enfermedades, accidentes o vejez.
Una carga laboral que recae con fuerza en las mujeres
La encuesta también evidencia la doble carga que enfrentan especialmente las mujeres microemprendedoras. El 92% participa en actividades domésticas o de cuidados no remunerados, aunque la diferencia por género es marcada:
- 95,6% de las mujeres realiza trabajo doméstico o de cuidados.
- 89% de los hombres declara hacerlo.
Este trabajo no remunerado implica que las mujeres dedican 11 horas y 8 minutos diarios en promedio a su carga global (emprendimiento + cuidados), mientras que los hombres destinan 10 horas y 43 minutos.
Una encuesta clave para comprender la realidad del emprendimiento en Chile
La EME, que se realiza desde 2013 cada dos años, es la principal medición utilizada para comprender la diversidad y complejidad del microemprendimiento en el país. Sus resultados permiten diseñar políticas públicas más efectivas para apoyar a un segmento que sostiene buena parte de la economía local, pero que aún enfrenta altos niveles de informalidad, bajos ingresos, desigualdades de género y barreras de financiamiento.



