Global Risk Report 2024: un panorama poco alentador que debemos enfrentar

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Beatriz Calderón, directora del Centro de Economía y Negocios Sostenibles, U. Finis Terrae.

El Informe de Riesgos Globales 2024, dado a conocer recientemente por el Foro Económico Mundial, presenta un panorama poco alentador y advierte que el progreso en el desarrollo humano se está erosionando lentamente, con países y personas vulnerables a nuevos riesgos.

Su análisis se basa en cuatro fuerzas estructurales que, según se indica, darán forma a la materialización y gestión de los riesgos durante la próxima década, llevando la capacidad de adaptación del mundo al límite: (1) cambios sistémicos en la dinámica del poder global, (2) el cambio climático, (3) la aceleración tecnológica y (4) la demografía (bifurcación demográfica). En concreto esta última se refiere a cambios en el tamaño, el crecimiento y la estructura de las poblaciones nacionales, regionales o globales, y el impacto resultante en las estructuras socioeconómicas y políticas.

Producido en asociación con Zurich Insurance Group y Marsh McLennan, el informe se basa en las opiniones de más de 1.400 expertos en riesgos globales, formuladores de políticas y líderes de la industria encuestados en septiembre de 2023.

Dos tercios de ellos anticipan que, en la próxima década, el mundo tomará forma de un orden geopolítico multipolar o fragmentado, en el que las potencias medianas y grandes disputarán y establecerán nuevas reglas y normas.

Los resultados resaltan una perspectiva predominantemente negativa para el mundo en el corto plazo y no visualizan una mejora de las condiciones. Por ello, el informe insta a los líderes a repensar las medidas para abordar los riesgos globales y recomienda centrar la cooperación global  (coordinación transfronteriza) en la construcción rápida de barreras protectoras para los riesgos emergentes más perturbadores. También explora otros tipos de acción que no tienen por qué depender exclusivamente de la cooperación transfronteriza, como lo es el apuntalar la resiliencia individual y estatal a través de campañas de alfabetización digital para afrontar el riesgo de la desinformación y/o falsa información (estrategias localizadas y acciones colectivas), fomentar una mayor investigación y desarrollo sobre modelos y tecnologías climáticos, con el potencial de acelerar la transición a la energía limpia, con el papel que desempeñan tanto el sector público como el privado (esfuerzos innovadores).

Hacer frente a todos estos desafíos globales requiere que se canalicen los recursos financieros hacia su logro. Precisamente, el informe ―en varios apartados― da cuenta de las brechas existentes hoy. Por ejemplo, en financiamiento para la adaptación al cambio climático, cuyo déficit se estima entre 194.000 y 366.000 millones de dólares al año (según los flujos de financiación para la adaptación de 2021). Pero también plantea dilemas tales como que los países en desarrollo con alta vulnerabilidad y menor resiliencia frente al cambio climático también son los más expuestos a conflictos internos y enfrentamientos fronterizos. Muchos de estos países van a ver incrementadas sus evaluaciones de riesgo, al punto que podrían ser considerados demasiado inseguros para operar o invertir, erosionando aún más sus capacidades de adaptación. Ello podría detonar puntos de inflexión con grandes impactos socio económicos tales como el abandono de tierras, fuga de inversiones y nulas posibilidades de aseguramiento.

Algunas de las propuestas para revertir este escenario, ante las crecientes necesidades de flujos financieros hacia el logro de la agenda 2030 y de los objetivos de París, así como para dar vuelta al panorama poco alentador que presenta el informe de riesgos globales 2024, podrían estar en el avance de las finanzas sostenibles, donde el rol de actores públicos y privados es clave a fin de desarrollar productos financieros innovadores que incorporen las variables ASG en sus proceso de evaluación, no solo de riesgos, sino que también de identificación de oportunidades. No obstante, se requerirá el apoyo de mecanismos financieros multilaterales e internacionales con el fin de reducir los riesgos reales y percibidos en los países más vulnerables, para desbloquear los flujos de financiamiento. Considerando lo anterior, no es prudente descartar el uso de garantías que podrían ampliar la base potencial de inversores privados, o las estructuras financieras combinadas (blended finance), incluso con el apoyo de inversores filantrópicos y de inversión de impacto, con el objetivo de mejorar la percepción del perfil riesgo-retorno, abriendo nuevas oportunidades de inversión.

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