Gobiernos adoptan formalmente el Tratado de Alta Mar, preparando el camino para una mayor protección de los océanos

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Los miembros de la ONU han adoptado formalmente un Tratado de Alta Mar destinado a conservar la vida marina y frenar las actividades nocivas en los dos tercios del océano que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales. El texto se acordó el pasado mes de marzo tras una maratónica sesión de negociaciones, pero se requirió tiempo adicional para su traducción a los idiomas de la ONU. 

“La alta mar es el mayor bien común de la humanidad y constituye una parte crucial del sistema de soporte vital de nuestro planeta. Sin embargo, en la actualidad sólo está protegido alrededor del 1% de la alta mar”, señaló Pepe Clarke, Director de Prácticas Oceánicas de WWF Internacional.

“El año pasado, gobiernos de todo el mundo se comprometieron a proteger y conservar el 30% de los océanos para 2030, y la adopción formal del Tratado de Alta Mar es un hito clave en el camino hacia la consecución de ese objetivo mundial de vital importancia”, agregó.

Especies marinas icónicas como las ballenas, los tiburones, las tortugas y el atún se mueven libremente entre las aguas nacionales y alta mar. El bajo nivel de protección actual deja a las especies y ecosistemas oceánicos expuestos a los impactos de la pesca industrial insostenible, el transporte marítimo y otras actividades humanas. En este sentido, el Tratado de Alta Mar proporciona por fin un mecanismo para establecer zonas marinas protegidas en las aguas que quedan fuera del control de los distintos países.

¿Qué sucede con Chile?

Si bien Chile es reconocido a nivel mundial por el alto porcentaje de superficie marina protegida con el que cuenta, llegando a tener un 42,3% de su Zona Económica Exclusiva (ZEE) bajo alguna figura oficial de protección, aún quedan muchos desafíos pendientes. Estos pueden verse favorecidos con este Tratado de Alta Mar, el cual es conocido oficialmente como Tratado de Biodiversidad Más Allá de la Jurisdicción Nacional (o BBNJ, por sus siglas en inglés), en el cual Chile busca convertirse en el país sede para acoger su Secretaría.

Como explica Yacqueline Montecinos, coordinadora de Biodiversidad Marina y Políticas Oceánicas de WWF Chile, “tenemos especies altamente migratorias, que salen de nuestra zona jurisdiccional para llegar a sus áreas de reproducción y alimentación, como los grandes cetáceos, los cuales efectivamente también requieren de áreas de resguardo dentro de la porción de aguas internacionales que son parte de sus rutas migratorias”. En esta línea, el tratado es asimismo un aporte a la conservación del llamado Corredor Azul del Pacífico, que comprende las rutas migratorias de grandes cetáceos a nivel continental y que requiere esfuerzos multilaterales para una protección concreta.

Por otro lado, la experta puntualiza que si bien Chile estaría cumpliendo con el porcentaje de protección del 30% de sus océanos, no es suficiente para lograr la protección del 30% de los océanos a nivel global al 2030. Por esto motivo es que necesitamos de un tratado como el de BBNJ para poder establecer figuras de conservación basadas en áreas de manera coordinada en aguas internacionales que nos permitan lograr la conservación del 30% de nuestros océanos, la conservación y manejo de recursos pesqueros de importancia global, pero también de las grandes ballenas que tienen un importante rol ecosistémicos y que transitan por todos los océanos del mundo a través de sus grandes corredores azules.

Impactos y próximos pasos

Tras su adopción, el tratado queda abierto a la firma de los Estados miembros de la ONU y posteriormente debe ser ratificado por los gobiernos nacionales; el tratado entrará en vigor cuando lo hayan ratificado 60 países.

“El océano no puede esperar. La adopción de este tratado ha tardado casi 20 años. Durante ese periodo de tiempo, la pesca industrial se ha cobrado un alto precio en alta mar, agotando las poblaciones de peces silvestres y provocando un alarmante declive de las poblaciones de tiburones oceánicos. Las naciones deben ratificar rápidamente este tratado y empezar a identificar zonas de alta mar para su protección inmediata”, dijo Jessica Battle, experta en Gobernanza y Política Oceánica Mundial de WWF.

Además de permitir la creación de Áreas Marinas Protegidas en alta mar, el tratado establece un marco para la evaluación del impacto ambiental en alta mar y llenará los vacíos del actual mosaico de organismos de gestión. El resultado previsto será una mejor cooperación y un menor impacto acumulativo de las actividades en alta mar, como el transporte marítimo, la pesca industrial y la explotación de otros recursos.

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