Gloria Moya Coloma, Directora Regional Metropolitana de Corfo
Las ciudades son, según se plantea desde ONU Hábitat, de los principales factores de contribución al cambio climático: consumen el 78% de la energía mundial y producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero, aún cuando se emplazan en menos del 2% de la superficie de la Tierra. Hoy en día, más del 50% de la población global vive en ciudades y al 2050 se espera que aumente a cerca del 70%.
América Latina es una de las regiones más urbanizadas del mundo, y en ella, también lo es Chile. Se estima que en la región, al 2050 un 86% de la población vivirá en las ciudades, en Chile será más del 90%. Por otro lado, el Banco Mundial en 2020, publicó en artículo “Desarrollo Urbano”, que más del 80% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial se genera en las ciudades.
Tenemos entonces, que las ciudades, así como concentran altos niveles poblacionales, son y serán un espacio estratégico de concentración de flujos económicos; asimismo son centros que reúnen y generan una gran cantidad de información y dónde ocurre una parte importante del avance tecnológico e innovación de los países, siendo relevante la activación y fortalecimiento de un ecosistema que dinamiza el mercado y la demanda de bienes y servicios para la ciudad, que sumen a un modelo de ciudad no sólo más inteligente -o Smart- sino más resiliente, sostenible e inclusiva, al servicio de las necesidades de la ciudadanía, del territorio y sus desafíos climáticos.
Todo lo anterior, es fundamental para transitar de ser uno de los epicentros causales de la crisis climática, a constituir parte activa en la generación de soluciones que contribuyan a enfrentarla a través de acciones de mitigación y adaptación, con base en la innovación y generación de conocimiento, en sectores tales como energía, gestión de los recursos hídricos, construcción, movilidad y planificación de las ciudades, ámbitos que tienen un importante potencial de reducción de emisiones.
Estamos frente a una tarea de proporciones que sin duda, requiere de un trabajo de articulación y colaboración público-privada, capaz de ir abordando brechas de coordinación y de habilitación que haga posible la puesta en escena que el ecosistema, – la propia ciudad- vaya generando, acompañado de un contexto de políticas públicas que facilite su implementación y eventualmente su escalamiento, que es justamente lo que desde Corfo se viene empujando a nivel regional, desde el Programa Santiago Ciudad Inteligente o SeSantiago, con miras a fortalecer el rol de la ciudad, aportando soluciones para enfrentar sus impactos ambientales y consecuentemente, a la calidad de vida de sus habitantes.
La ciudad como fuente de respuesta a los retos que enfrenta, constituye en sí misma, una palanca de desarrollo económico, social y ambiental, que tiene el potencial de transformarse en un elemento de competitividad territorial y motor de desarrollo, poniendo a sus ciudadanos al centro y como actor fundamental en la construcción de esta inteligencia colectiva, base y esencia de una ciudad inteligente.
Vamos por el desafío.