Leonardo Vera Benavente, Doctor en Cs. de los Recursos Naturales y agricultor, Facultad de Cs. de la Vida U. Andrés Bello
Este mes se conmemoró el Día Nacional del Medio Ambiente y, me surge la idea de que una Agricultura Ecológica genera sicosis, pérdida de memoria adaptativa y que rompe el diálogo natural-cultural.
La agricultura no sólo nace de nosotros: nosotros también nacemos de ella. Hace 10 mil años domesticamos territorios -plantas, suelos, aguas, bosques, etc.- y nos hicimos sedentarios. Eso nos permitió generar el excedente necesario para dividir el trabajo y crear oficios y, a la larga, ciudades y países: el ser humano fue capaz de producir más de lo que necesitaba para sobrevivir.
En tanto, la agronomía surgió para producir abundante alimento rápido y barato para el proletariado urbano emergente de las ciudades post Revolución Industrial. A eso lo denominaremos la Revolución Verde, la que se ancló a la Revolución Industrial con la producción agrícola, actividad de la que hoy sabemos mucho en cuanto a su impacto e insustentabilidad.
Por esto, es sicótico hablar de Agricultura Ecológica. Porque supone que es una actividad de un grupito disminuido, cuestionable, alternativo, posmoderno y que podría tener un éxito dudoso… Sin embargo, es una práctica de 10.000 años atrás y es lo que forjó nuestra forma de vida, cultura, lenguaje, etc. Es la agricultura, la que dio paso a la agricultura -agronomía- de base química de gran escala e industrial, la que es una excepción novedosa, de dudoso éxito e imposible sustentabilidad. Me pregunto, ¿por qué no se bautizan ellos como; “agricultura con venenos” o “agricultura insustentable”? Creo que sería más justo y verdadero. Peor puede llegar a ser la sicosis respecto de la Agricultura Orgánica, la que termina impulsando que los ricos coman sano y los pobres no tengan acceso a ello.