Concurso ANID adjudica proyecto de investigación a académico UAI para el estudio de la vegetación en la zona mediterránea de Chile

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Antonia Carrillo
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Antonia Carrillo. Periodista de la universidad Diego Portales. Me gusta andar en bicicleta y hacer yoga. Creo que la sustentabilidad es lo más importante para mejorar el sistema y el planeta. Por eso estudié periodismo: para dedicarme por completo a visibilizar las acciones necesarias para crear un mundo mejor y sustentable. En periodismo encontré la posibilidad de expresarme, de expandir mi visión sobre el tema que más me importa, el medio ambiente.
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El proyecto durará tres años e integrará disciplinas como climatología, hidrología, biología, Data Science, entre otros. Con ayuda de datos climáticos, de humedad del suelo, rasgos y flujos de plantas y datos satelitales, para fines del 2022 entregará estimaciones de adaptaciones vegetales en el espacio.

En el marco del Concurso Subvención a la Instalación en la Academia (SIA), de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Javier Lopatin, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), se adjudicó el proyecto “Efecto de la vegetación en la retroalimentación tierra-atmósfera en la zona mediterránea de Chile”.

El Concurso SIA  pretende contribuir al fortalecimiento institucional de las universidades chilenas, a través de la contratación de investigadores independientes que inician su carrera. Para ello, promueve la instalación de profesionales que hayan obtenido su grado de doctor con hasta siete años de anterioridad, mediante una propuesta de trabajo coherente con el plan de desarrollo institucional y la unidad académica respectiva.

Javier Lopatin es Doctor en Recursos Naturales del Instituto de Geografía y Geocología (IfGG) del Instituto Tecnológico de Karlsruhe (KIT), Alemania, y sus áreas de investigación se centran en la ecología del paisaje y la ecología de ecosistemas, utilizando datos obtenidos por teledetección de satélite y drones.

El proyecto de investigación UAI busca entender las adaptaciones físicas que tiene la vegetación esclerófila –aquella que está adaptada a largos periodos de sequía y calor, como la vegetación natural de la zona mediterránea- producto de las sequías de las últimas décadas, y cómo estas adaptaciones modulan a su vez, a pequeña escala, el clima local.

“A esto se le conoce como retroalimentaciones tierra-atmósfera, y se puede estudiar mediante el balance de energía del ciclo hidrológico en el continuo suelo-vegetación-atmósfera (SVAC por sus siglas en inglés), por ejemplo, cómo pasa el agua entre estos tres componentes continuamente”, explica Lopatin, quien agrega que para estudiar esto, se requiere “de datos climáticos y de humedad del suelo estimados por estaciones meteorológicas, y de mediciones en terreno constantes de flujos y rasgos físicos y químicos de la vegetación”. 

El académico UAI detalla que, con estos datos, y una vez estudiadas las interacciones del SVAC a escala local, se puede proyectar qué pasaría con la vegetación nativa de la zona mediterránea bajo distintos escenarios de cambio climático.

A través de este proyecto, el académico busca contribuir a la comprensión acerca de  “cómo los procesos que gobiernan el SVAC del bioma mediterráneo modulan las retroalimentaciones tierra-atmósfera bajo escenarios de cambio climático a escala local”. El proyecto también busca, de manera más específica, evaluar las retroalimentaciones vegetación-atmósfera y humedad del suelo-atmósfera a distintas escalas y su proyección bajo escenarios de cambio climático; identificar rasgos o atributos vegetacionales que funcionen como proxies de retroalimentaciones tierra-atmósfera; y generar metodologías robustas para estimar retroalimentaciones tierra-atmósfera en el tiempo y el espacio usando datos satelitales.

El proyecto, que incorporará aportes de otras disciplinas como climatología, hidrología, biología, Data Science, entre otros, se extenderá por tres años y el académico estima tener resultados a partir de fines de 2022, relacionados a estimaciones de adaptaciones vegetales en el espacio usando datos satelitales, y a partir del segundo año (2023) para las retroalimentaciones tierra-atmósfera, ya que –explica- se requiere medir al menos un año completo de datos.

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