Familia chilena incentiva el desarrollo sustentable de la “Palma Chilena”

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Las Cabras, Región de O’Higgins.- En la sexta región se ubica uno de los palmares más grandes del mundo, en la hacienda Las Palmas de Cocalán, propiedad de la familia Mansilla. Desde los años ’60 se han dedicado a la preservación y multiplicación de esta especie nativa -actualmente declarada como vulnerable por la CONAF- a través de la producción sustentable de miel de palma; ello, mediante un proceso de poda de las ramas que extrae la savia gota a gota, sin derribar los ejemplares.

“Hay estimaciones de alrededor de 125.000 ejemplares naturales (de palmas chilenas)”, señala el Phd Luis González, ingeniero forestal, docente e investigador de la Universidad de Chile. “Artificiales, de viveros, deben haber cientos de miles de plantas. Una cantidad muchísimo mayor que las naturales”, agrega.

Por ello es que la hacienda cumple una función fundamental en la preservación de esta especie: además de producir miel de palma, la familia Mansilla se ha dedicado durante décadas a multiplicar los ejemplares. Hoy cuentan con un sector productivo de más de 3.000 hectáreas, logrando al menos triplicarla población de esta especie autóctona que crece en la zona central de nuestro país.

Marcela Angulo Mansilla, parte de la familia, explica cómo es el proceso de producción de esta especie en la hacienda y de lo importante que es el trabajo del hombre en dicha misión:

“Debajo de las palmas, durante todo el año se pueden ver los coquitos de las palmas, pero esto no asegura que se puedan reproducir de forma natural, ya que el sol los quema, roedores se alimentan de ellos, y solo unos pocos podrían llegar a germinar. Por eso la mejor forma de multiplicar la palma es con la ayuda del hombre. Nosotros nos preocupamos de llevar estos coquitos a otros lugares para que germinen y se multipliquen las palmas”.

El proceso de crecimiento de las palmas puede tardar cientos de años, por lo que se ha convertido en materia de preocupación para todos quienes forman parte de esta hacienda. Marcela Angulo Mansilla señala: “Quien plante palmas debe tener una visión a largo plazo, dado que nunca va a ver el crecimiento de la palma en su totalidad. Es algo que se hace por las futuras generaciones y por el ecosistema. Es bonito ver que uno deja palmas y que éstos van a ser futuros palmares, pero cuesta visualizarlo, ya que nosotros no vivimos ni una cuarta parte de lo que vive una palma”.

Por lo tanto, el trabajo de la familia Mansilla en La Hacienda Las Palmas de Cocalán es importantísimo, no solo para su producción y subsistencia, sino que también para que en nuestras futuras generaciones, la palma no solo deje de encontrarse en estado vulnerable, sino que abunde esta especie nativa, y sea de conocimiento y deleite de todos.

“La gente tiene que entender que la palma chilena es una especie de una longevidad tremenda. No se conoce aún cuántos años dura una generación, pero desde que nació Cristo, no creo que haya habido más de cuatro generaciones. Es un tema que hay que mirarlo con otra perspectiva, largoplacista”, indica el Dr. Luis González.

La palma chilena: especie vulnerable, pero fuerte

La palma chilena fue declarada por CONAF como una especie vulnerable; sin embargo, gracias al trabajo que se está realizando en este lugar de la Región de O’Higgins, se logró descartar el peligro de extinción. Lograr este rescate ha requerido un trabajo de varios años que, como señalan tanto Marcela Angulo Mansilla, como el Dr. Luis Alberto González, requiere una visión a largo plazo.

Por la misma razón, la producción de la reconocida miel de palma de la hacienda se realiza bajo estrictos parámetros que aseguran la sustentabilidad y multiplicación sostenida de la palma, siendo uno de los más importantes de la última década, el no derribamiento de ninguna de las palmas de la Hacienda las Palmas de Cocalán desde el año 2007.

Desde la Hacienda Cocalán señalan que las palmas chilenas son especies muy fuertes. “Resisten temperaturas adversas de 18° bajo cero y hasta más de 40°. Durante las sequías las raíces son capaces de salir hasta 20 o 30 metros en busca de lugares húmedos”, afirma Marcela Angulo Mansilla.

Aun así, durante su proceso de germinación, y en su primera etapa de crecimiento, es más vulnerable, por lo que el proceso de multiplicación de la especie se incrementa exponencialmente con la intervención humana para llegar a completarse de forma apropiada. Para que la palma chilena logre llegar a la adultez, se necesita una serie de factores relacionados con el entorno; como sombra, humedad y resguardo de animales, para que se den de manera adecuada y lleguen a su edad resistente sin problemas. Todo esto, sumado a la lenta velocidad de crecimiento, hace que el cuidado de la palma chilena sea fundamental para su conservación.

González comenta respecto de Cocalán: “Yo no evalué las plantaciones de la empresa en esos años, pero sin duda que por la existencia del vivero y plantaciones en zonas que se ven a simple vista ha habido una importante participación de la empresa en el aumento de ejemplares que hay en Cocalán”.

Debido a los riesgos de incendios y a la extracción de los coquitos por parte del hombre, es que en muchos sectores las palmas no logran una adecuada conservación y multiplicación de esta especie. Es por ello que, para evitar estos incidentes e incendios forestales que afecten a los ejemplares más pequeños de palmas, junto a la flora y fauna autóctona, CONAF aconsejó a la hacienda mantenerse como un lugar privado, con un estricto control para evaluar el acceso a turistas o visitantes.

Adicionalmente, un sector de la hacienda fue nombrado Parque Nacional. Es de los pocos sectores privados en Chile con esta categorización, con la debida restricción de visitas para la protección de la especie.

Símbolos de identidad nacional

La palma chilena es uno de los más reconocidos símbolos de identidad nacional: su figura está presente en documentos nacionales importantes, como el billete de $5.000 pesos o la libreta del Acuerdo de Unión Civil.

La Plaza de Armas de Santiago, en tanto, es uno de los sitios privilegiados que cuenta con ejemplares de palma chilena. Estas especies fueron traídas de la Hacienda Las Palmas de Cocalán y hoy son un verdadero atractivo para los turistas y transeúntes que visitan este lugar emblemático de la capital.

De esta forma, la Familia Mansilla, a cargo de su propietaria Patricia Mansilla Steinmeyer, no sólo se ha dedicado a la producción de uno de los brebajes naturales más deliciosos y autóctonos obtenidos en nuestro país, sino que también han contribuido a la preservación exitosa de una de las especies nativas más representativas del bosque chileno.

Miel de palma Cocalán: producción sustentable

Además de incentivar el poblamiento de nuevos palmares en la hacienda -donde se instaló la primera planta productora de miel de palma en 1878- , Cocalán produce su miel de palma de manera sustentable desde el 2005, lo que significa que no se derriban palmas para extraer la savia. Se realiza a través de una técnica de goteo de su savia , conservando la vida de la misma.

El proceso comienza con la dedicación de los trabajadores que recogen los coquitos que caen en el campo y son recolectados en sacos para ir directo a la peladora. Para obtener la savia de la palma se realiza una cuidadosa poda que permite extraer cada gota que sale y además le da fuerza al árbol para seguir creciendo fuerte.

La savia se cuece y permanece en una bodega donde se somete a guarda por varios años, para luego llegar a la fábrica en Santiago en donde se mezcla con el jugo de los coquitos en un proceso riguroso para cuidar su consistencia, color y calidad.

https://www.youtube.com/watch?v=7clABg2xRa0

 

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