El reto del trabajo en red de las organizaciones sociales: algunas claves para el éxito. Por Valeria Méndez de Vigo en @ESADEisocial

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Valeria Méndez de Vigo (@vmendezdevigo), responsable del Departamento de Estudios e Incidencia de Entreculturas

El trabajo en colaboración con otros, en red o en alianzas es, desde hace años, un auténtico mantra para las organizaciones sociales. Desde luego, en un mundo globalizado, parece casi imposible emprender proyecto alguno en solitario si se pretende tener cierto impacto. Un ejemplo claro es el de la incidencia política. Hoy en día, para tratar de influir en las agendas públicas, se precisan coaliciones amplias de la sociedad civil que puedan defender los derechos tantas veces olvidados de las personas más vulnerables. Pero, ¿cuáles son los requisitos mínimos necesarios para que el trabajo en red funcione? En mi opinión, algunos son los siguientes:

1. Un grupo de personas comprometidas y apoyo institucional. La red requiere de un grupo de personas comprometidas, entusiastas, con pasión por un determinado objetivo que tengan claro que quieran sacarlo adelante y que estén dispuestas a dejar su esfuerzo, dedicación y energías para ello. Además, para que el trabajo en red funcione a medio plazo, es muy importante el apoyo de las instituciones al conjunto y al trabajo que ésta realice. No sólo para dotar de recursos y asegurar su sostenibilidad, sino para que la red se considere un proyecto relevante en cada institución que la permee de arriba abajo y en la que las organizaciones se involucren plenamente.

2. Un objetivo y horizonte común claro, que vaya más allá de los objetivos e intereses particulares de los miembros, así como relaciones de confianza. Es imprescindible la voluntad de construir algo conjuntamente, lo que implica ciertas renuncias para lograr un objetivo común. Hay que primar la relación de confianza, de ser aliados, nunca competidores, en la consecución de una causa común. Esto implica, entre otras cosas, buena predisposición, claridad en los planteamientos, comunicación fluida, confianza en los otros y generosidad en los planteamientos, así como prestar trabajo y recursos.

3. Definición de roles y de funciones. La red requiere una buena definición de objetivos, de roles y de funciones, de reparto equitativo entre sus miembros. Tienen que establecerse también con claridad las representaciones, los mensajes comunes, los logos de las organizaciones. Además, la red debe sumar y aportar algo más y algo diferente a lo que se lograría de manera individual, mediante la especialización de tareas y acciones y la suma de complementariedades.

4. Las acciones deben tener líneas comunes, pero no deben encorsetar. Como ya hemos dicho, es importante que haya objetivos y también líneas de acción comunes, pero guardando equilibrio con una cierta descentralización y autonomía en la puesta en marcha de acciones, de modo que se deje libertad a la creatividad y al compromiso de muchas otras personas y organizaciones. Debe haber un cierto equilibrio entre “control” y “descontrol”, entre dirección y autonomía. Mi experiencia en la Campaña Mundial de educación es que deben existir referentes y coordinaciones claras y líneas de acción para consecución de objetivos, pero, al mismo tiempo, dejar cierta autonomía a equipos y personas situados en otros lugares. En ocasiones, diría que más bien nos falta perder el miedo a un cierto “descontrol”, quizás las acciones y resultados no sean exactamente los esperados, pero la creatividad y la asunción de mayor responsabilidad e implicación lo compensa con creces.

En mi experiencia, algunos indicadores de éxito del trabajo lo constituyen la suma de muchas más personas y organizaciones a la causa, así como la apropiación del trabajo desarrollado y de la red en un sentido de pertenencia, de modo que termina siendo de todos y de nadie al mismo tiempo. Creo que esto también es ejemplo de buen liderazgo, poco visible, pero existente. Trato de explicarme: hace años, un compañero me hablaba de la campaña sobre la deuda externa que habían puesto en marcha 4 organizaciones en España, a la que se habían sumado muchas más. Pues bien, mi amigo, que no pertenecía a ninguna de las organizaciones líderes, me hablaba de las acciones de la campaña con pasión y entusiasmo, como si fuera suya. Esa reacción, a esa misma campaña y a sus acciones, la vi en otras personas y organizaciones, y constituye un signo claro de apropiación. Pero para que esto se produzca, las organizaciones líderes tienen que trabajar mucho por sumar a otros y, al mismo tiempo, ceder en protagonismo, en visibilidad, en notoriedad. En mi opinión, si una organización hace un buen trabajo y tiene mucha notoriedad en la red, consigue que otros la tomen como referencia, pero no que se sumen a la causa.

Otros indicadores son, en ocasiones, el articular diversos niveles de acciones que vayan desde lo local hasta lo internacional; el impacto mayor de las acciones realizadas por la red que las que hubieran tenido las organizaciones individualmente, o ir alcanzando objetivos fijados.

Además de lo ya expuesto, en mi experiencia, en una clave interna, el trabajo en red evita que las organizaciones se centren exclusivamente en si mismas- para primar la proyección externa y los resultados alcanzados frente a nuestros intereses y planificación internas. En definitiva, el trabajo en red, imprescindible hoy en día, puede ejemplificar la cita de aquel proverbio africano: “Si quieres ir rápido, camina solo, pero si quieres llegar lejos, camina acompañado”.

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