Por David Manuschevich, subgerente de Excelencia Operacional de Empresas Iansa.
En un contexto donde la digitalización, la automatización y los cambios constantes redefinen la manera de trabajar, el verdadero diferenciador son las personas que los hacen posibles. Reconocer el esfuerzo, la creatividad y la iniciativa de los equipos se ha vuelto más crucial que nunca. Cuando se valora a quienes aportan con iniciativa por medio de soluciones e ideas de mejora, se fortalece la motivación y se genera un entorno donde todos buscan mejorar y marcar la diferencia. El reconocimiento convierte el trabajo cotidiano en un motor de progreso y búsqueda continua de la excelencia y es por eso que las personas son la base de nuestro sistema.
En este camino, la Excelencia Operacional se convierte en el puente entre el talento humano y los resultados concretos. Alcanzarla no significa solo buscar eficiencia, sino también construir procesos claros, simples y robustos con el fin de optimizar recursos para asegurar que los resultados sean mejores de forma consistentes y sostenibles en el tiempo. Allí es donde con nuestro Sistema de Excelencia Iansa, que se basa en la metodología Kaizen Institute marcan la diferencia: pequeños ajustes realizados de manera continua logran transformaciones profundas que se mantienen en el tiempo, tanto para la organización como para las personas que la integran.
En ese sentido, el Kaizen Awards es un gran reconocimiento que ha evidenciado cómo la mejora continua no solo eleva la competitividad y la productividad, sino que también impacta directamente en la vida diaria de los trabajadores. Cada optimización que elimina un paso innecesario o que hace más ágil una tarea facilita el trabajo, reduce frustraciones y permite enfocarse en lo que realmente agrega valor.
A este impulso se suma Power Iansa, una iniciativa interna de Empresas Iansa que premia a las mejores propuestas de innovación y excelencia operacional desarrolladas por los equipos. Más allá de destacar proyectos puntuales, esta instancia busca visibilizar el compromiso, la creatividad y la capacidad transformadora de las personas que día a día impulsan los procesos y hacen posible que la organización avance con solidez y visión de futuro.
Reconocimiento y Excelencia Operacional, entonces, se potencian mutuamente. Valorar el aporte de los equipos abre espacio para nuevas iniciativas, mientras que la disciplina en las rutinas diarias y el rol de los líderes eleva los estándares de desempeño. Esa combinación no solo impulsa el desarrollo personal y colectivo, sino que constituye un factor estratégico para asegurar que los objetivos del negocio se cumplan de manera sólida y sostenida en un entorno cada vez más competitivo por medio de proyectos e innovación que ejecutan las personas.
En tiempos de transformación constante, la verdadera pregunta no es si podemos aspirar a la excelencia, sino cómo convertirla en parte natural del trabajo diario. Promover una cultura donde reconocer, simplificar y mejorar sea la norma es la clave para mantener a los equipos motivados, resilientes y preparados para los desafíos de hoy y de mañana, mientras se garantiza un desempeño empresarial robusto y sostenible.



