Gestión de la sostenibilidad y criterios ESG: una etapa necesaria para la reportabilidad

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Francisca Sotta, directora ejecutiva de Almaciguera

“Cambio climático” es un concepto conocido y que resuena aún más con las intensas lluvias registradas los últimos meses en diferentes países, incluído el nuestro. Tanto el cambio climático como la sostenibilidad y las variables ESG, cuentan con seguidores y detractores. La política se apoderó de estas últimas en EEUU, sin embargo, para el resto del mundo sigue siendo una tendencia, la cual se ha ido incorporando a la gestión de riesgos y alejándose de la antigua RSE.

Existe gran evidencia acerca de las consecuencias sociales y económicas ligadas al riesgo climático, lo cual ha ido acelerando la transición hacia la sostenibilidad y las variables ESG. Un ejemplo reciente, es el lanzamiento de la denominada “taxonomía verde” de la UE, la que permite contar con una definición de actividades económicas que pueden considerarse climáticas y medioambientalmente sostenibles, contando con uniformidad de criterios en base a seis objetivos, facilitando la toma de decisiones para los inversores, protegiendo también del “greenwashing”.

Hoy en día son cada vez más los inversores, consumidores y otros stakeholders, que exigen a las empresas la consideración de la sostenibilidad y los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo, en su toma de decisiones. Es por esto, que medir y gestionar de manera apropiada estas variables se ha transformado en una necesidad para lograr una adecuada reportabilidad.

Para conseguir esa oportuna gestión de variables ESG, existen diversos estándares y marcos de referencia ya conocidos: Global Reporting Initiative (GRI), Sustainability Accounting Standards Board (SASB), Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD), Carbon Disclosure Project (CDP), entre otros. Sin embargo, en junio, el International Sustainability Standards Board (ISSB) lanzó las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) S1 y S2, para la divulgación relacionada con la sostenibilidad, riesgos y cambio climático.

La NIIF S1 se relaciona con el gobierno corporativo, la estrategia, la gestión de riesgo y las métricas y objetivos, es decir, compromisos. Por otro lado, la NIIF S2, se relaciona con el impacto ambiental y cambio climático.

En esta oportunidad me gustaría detenerme en dichas normas, las que integran diferentes criterios de reportabilidad que por años han trabajado de manera paralela y hoy entregan un marco orientando a las empresas en cómo divulgar información acerca de sus riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad, siendo de utilidad para los inversionistas en la toma de decisiones.

Estos nuevos lineamientos, implicarán algunos cambios en las organizaciones; los equipos deberán realizar ajustes en sus procesos para definir indicadores de sostenibilidad y ESG, generando así información comparable anualmente, que permita ser divulgada de forma coherente. Adicionalmente, los esfuerzos organizacionales deberán llevarse a cabo en todo nivel, con un directorio y gerencia liderando la generación de información de calidad, oportuna, coherente y comparable, lo que permitirá a las organizaciones dar cuenta de su valor.

Las nuevas normas del ISSB son un paso más en el camino hacia la sostenibilidad corporativa. Las empresas que se comprometen seriamente gestionando los criterios ESG y de sostenibilidad, serán más resilientes frente a los cambios del mercado, atraerán mejores talentos y liderarán un mundo cada vez más consciente.

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