Inventando el sistema energético del mañana: Una oportunidad latente para Chile

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Andrés Sanín, director de Recursos Naturales de PwC Chile.

A raíz del Día Mundial de Eficiencia Energética -que se celebra este 5 de marzo- cabe recordar el último Informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), que confirma y revalida que las actividades humanas han llevado al sistema climático a un punto crítico.

Hoy, más que nunca, es imperante que la humanidad tome acciones drásticas e inmediatas de cara a una sociedad baja en carbono. Un cambio eficaz requerirá un enfoque orientado hacia las próximas generaciones. Evaluar nuevas estrategias energéticas son una urgencia y pocos países o empresas pueden permitirse el lujo de aferrarse ciegamente a los modelos comerciales del pasado. Bien hace, según anunció el gobierno entrante, mantener el curso y avances en estos frentes. 

La industria de la energía en Chile y el mundo, presenta un desafío enorme para modificar su matriz y cumplir las metas de descarbonización. Esto se agrava considerando los frentes bélicos en Ucrania y Rusia. Según el informe “Inventing tomorrow’s energy system: The road ahead for molecules and electrons” de PwC, se proyecta que la demanda global total de combustibles y electricidad aumentará en un 23% para 2040. Asimismo, el Ministerio de Energía prevé que la demanda energética total de nuestro país haya crecido, según el escenario a 2040, en un 28%  (demanda baja) o en un 50% (demanda alta). 

Cuando de oferta eléctrica se trata, la tendencia es más que clara: el auge de las ERNC no tiene freno evidente y se demuestra su competitividad comercial tras cada licitación. Al 2021, más de un 20% de la generación energética en Chile provenía de estas fuentes, hace unos días marcó 35% y existen distintos escenarios de proyección al 2040 donde la tendencia aumenta, potencialmente hasta el 90% o 100%. Si sumamos el potencial del hidrógeno verde a la ecuación, a 2040 podríamos ser uno de los tres países con más bajo costo de producción (1 a 1,25 euros/kg) a nivel global. 

Ante estas cifras, en la industria energética global (y con entusiasmo, con evidencia en Chile), se está observando un vuelco considerable en la forma de operar. Pasando de un modelo lineal que inicia con extracción de un recurso, su procesamiento, conversión a energía y distribución; a un modelo que incluye toda (o gran parte) de la cadena de valor. En el mismo pueden participar varias organizaciones, con funciones específicas en el proceso, hasta que el producto se entrega al consumidor final (integrado, en ocasiones, verticalmente). Este cambio ha permitido alianzas estratégicas entre actores del sector público y privado, yendo incluso más allá de la esencia original de sus negocios.

Si bien los aires son auspiciosos, el camino a las energías del futuro aún es largo. Las alianzas y esfuerzos hechos están lejos de ser suficientes para alcanzar los objetivos de carbono neutralidad, lo que deja un enorme espacio de trabajo. Es primordial que el estado y las organizaciones públicas y privadas tengan una visión estratégica clara, ojalá desafiante, y continúen buscando rutas de colaboración que permitan alcanzar sus metas Net-Zero en toda la cadena de valor, promoviendo siempre, los espacios de mutuo beneficio.

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