¿Cómo hacer innovación educativa?

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Antonia Carrillo
Antonia Carrillohttps://www.diariosustentable.com/
Antonia Carrillo. Periodista de la universidad Diego Portales. Me gusta andar en bicicleta y hacer yoga. Creo que la sustentabilidad es lo más importante para mejorar el sistema y el planeta. Por eso estudié periodismo: para dedicarme por completo a visibilizar las acciones necesarias para crear un mundo mejor y sustentable. En periodismo encontré la posibilidad de expresarme, de expandir mi visión sobre el tema que más me importa, el medio ambiente.
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Claudia Jaña, Gerente de Educación Fundación Kodea

Para nadie es noticia que hoy estamos inmersos en una revolución científico-técnica que significa una nueva forma de producir y pensar la realidad. En este sentido, la pandemia ha acelerado la discusión sobre la innovación educativa que existe en nuestro país y cómo esta está respondiendo a las necesidades sociales del siglo XXI.

La educación, como proceso de formación de los seres humanos para la sociedad, es determinante para la forma en que las personas van a comprender el mundo y cómo van a actuar en él. La escuela, por ende, se encuentra determinada por los requerimientos de los individuos y de su evolución en torno al aprendizaje y el desarrollo de habilidades que necesitan para desenvolverse. 

En ese sentido, la pandemia ha cambiado de forma drástica la forma en que los niños están aprendiendo y para lograr innovación educativa debe ir acompañada de espacios acordes a ella. El modelo educativo que conocemos hasta este momento ya no es sustentable, necesitamos aulas flexibles que permitan nuevas metodologías de aprendizaje. 

Hoy el concepto de hiperaula, impulsado por Mariano Fernández Anguita, sociólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid– entendido como un espacio que recoge todas las formas posibles de aprender y enseñar sin limitaciones de espacio, dejando atrás al profesor erudito que hace una clase expositiva – se hace cada vez más necesario y se presenta como un desafío latente de la post pandemia. El 2022 es el primer año en el que vamos a tener que tomar lo mejor aprendido en el modelo durante la epidemia y unirlo con la creciente presencialidad. 

Esto es especialmente importante si analizamos el nivel de competencias digitales del país ya que si bien Chile se posiciona como el país latinoamericano con mejor uso tecnológico según “World Economic Forum”, ya que el 75% de los escolares chilenos hoy usan Internet regularmente y un  92% tienen laboratorios de computación en las escuelas, según la OCDE solo un 6% de la población chilena tiene las competencias necesarias para enfrentar los cambios tecnológicos actuales, mientras que un 42% ni siquiera cuenta con conocimientos básicos en este ámbito.

Bajo este contexto, en donde es inconcebible pensar en futuro sin tecnología, hoy más que nunca Chile requiere un cambio estructural en la enseñanza pedagógica que potencie las habilidades digitales de los próximos docentes, ya que actualmente, este segmento no está preparado para asumir los desafíos actuales. Según investigación de la Universidad Católica, el 78% de los docentes se encuentra en un nivel inicial de competencias digitales, 13% intermedio y sólo 9% avanzado.

Chile requiere un cambio de paradigma de la educación pedagógica y revisar los procesos de incorporación de las tecnologías en las aulas, en donde no solo se use la tecnología como apoyo en el aprendizaje, sino que también como modelo de estudio. Esto es especialmente importante si queremos disminuir la “segunda brecha digital” referida a las habilidades digitales desarrolladas. 

En esto el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP) ha marcado un punto de avance incluyendo el pensamiento computacional y actividades de programación como La Hora del Código en los nuevos estándares docentes de la carrera de pedagogía en matemáticas, publicados este mes.

Finalmente, la pandemia nos ha llevado a reflexionar y comprender que el conocimiento se encuentra constantemente en expansión y renovación y que la escuela ya no es el único canal de aprendizaje de nuestros niños, niñas y adolescentes (NNA). 

La cultura digital ya atravesó todos los ámbitos de nuestra vida y la escuela del siglo XXI debe asumir estos cambios, ya que si los NNA no logran adquirir conocimientos digitales tendrán un futuro muy complejo porque las próximas generaciones van a tener un contacto mucho mayor con la tecnología.

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