Infraestructura pública y humedales: ¿cómo hacerlos compatibles?

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Antonia Carrillo
Antonia Carrillohttps://www.diariosustentable.com/
Antonia Carrillo. Periodista de la universidad Diego Portales. Me gusta andar en bicicleta y hacer yoga. Creo que la sustentabilidad es lo más importante para mejorar el sistema y el planeta. Por eso estudié periodismo: para dedicarme por completo a visibilizar las acciones necesarias para crear un mundo mejor y sustentable. En periodismo encontré la posibilidad de expresarme, de expandir mi visión sobre el tema que más me importa, el medio ambiente.
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Dr. Ignacio Rodríguez J., Director ejecutivo Centro de Humedales Río Cruce Universidad Austral de Chile

El humedal Angachilla en Valdivia cumplió su proceso para alcanzar la categoría y reconocimiento de Santuario de la Naturaleza. Fue además uno de los primeros en iniciar su declaratoria como humedal urbano al alero de la Ley 21.202, por lo que contaría con dos instrumentos de carácter legal para su protección.

La notable persistencia de las comunidades organizadas para protegerlo y conservarlo se plasma en una serie de iniciativas y actividades para mantener el lugar vivo y verde, haciendo actividades culturales, de limpieza y restauración ecológica, además de una constante manifestación de su preocupación ante posibles amenazas.

Ese trabajo se torna muy importante en el contexto de cambio climático y escasez hídrica, debe ser aplaudido y felicitado por el Estado de Chile y por la sociedad en su conjunto. 

El paso de la avenida Circunvalación por el humedal Angachilla es una controversia que lleva más de 13 años vigente en Valdivia. La confrontación entre infraestructura pública y conservación de humedales no solo se produce aquí, sino que lo vemos a lo largo del país como en el humedal del río Lluta (Arica) o en el de Tres Puentes (Punta Arenas), solo por mencionar algunos. En algunos casos se han logrado modificar estas obras, pero al final del día esta polémica vuelve a aparecer una y otra vez, a pesar de los cambios normativos promulgados. 

Los humedales son los ecosistemas fundamentales para administrar el agua (entre muchos otros servicios ecosistémicos), y por lo mismo, debe ser desde ahora la variable clave para planificar, diseñar y ejecutar planes y obras de infraestructura que puedan convivir con éstos. El caso de Angachilla nos ha enseñado que el diálogo debe ser la clave para resolver esta controversia.

Como CEHUM desarrollamos investigación aplicada, educación ambiental y acciones que promueven la gestión de la conservación, buscando restablecer el equilibrio en la relación naturaleza – ser humano. Por medio de actividades y un proceso participativo amplio propusimos los criterios mínimos para conservar, proteger y hacer que los humedales se sustenten en el tiempo, criterios plasmados en el reglamento que rige la Ley de Humedales Urbanos (Ley 21.202).

En sintonía con las políticas públicas y la comunidad, además del impulso legislativo que aprobó la ley, reconocemos que se han generado cambios en la forma en cómo aproximarnos a ciertos proyectos, sin embargo, aún son escasos los ejemplos de una sana convivencia entre infraestructura y naturaleza. En el caso del puente para Avda. Circunvalación, su trazado pasa precisamente sobre el espacio restaurado, por sobre el corazón de este movimiento ciudadano.

La superficie de humedales existente en Los Ríos es un capital natural invaluable. La destrucción a nivel mundial de los humedales -donde Chile no es una excepción- provoca un fuerte rechazo por parte de las comunidades porque ven cómo a pesar de lo que ya se ha perdido, se siguen proponiendo proyectos que no necesariamente consideran estos criterios mínimos de sustentabilidad y conservación en su enfoque y directrices de diseño. Además, olvidan un detalle no menor: la Ley de Humedales Urbanos recientemente implementada considera no solo el ecosistema de humedales a proteger, sino que considera el socioecosistema que lo circunda. Los vecinos han propuesto, trabajado y finalmente establecido un parque urbano de facto, una puerta a la naturaleza para la cuidad que incluso incluye infraestructura y educación ambiental. Para honrar este esfuerzo, tenemos el mínimo deber como sociedad de impulsar el diálogo y explorar alternativas que no pongan en riesgo este esfuerzo de la comunidad organizada y va en la dirección correcta, la que nos impone los desafíos ambientales actuales.

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