Gloria Moya Coloma, Subdirectora Corfo RM
La pandemia por COVID19 ha transparentado las fortalezas y fragilidades con las que convivimos y ha traído aparejada una reflexión en torno al valor y urgencia de incorporar tanto decisiones estratégicas como prácticas cotidianas mucho más sostenibles que permitan establecer nuevas dinámicas relacionales con los recursos naturales, preservar la naturaleza y reducir el riesgo de futuro que produce nuestro actual sistema de vida.
En este escenario, la economía circular se posiciona como una estrategia prometedora sobre cómo enfocar el necesario golpe de timón que debemos poner en marcha.
En este contexto, no es casualidad que dentro de las tendencias relevantes a nivel global, la sostenibilidad se instale con fuerza, tanto en las agendas de los gobiernos nacionales, como corporativos, con una ciudadanía que se encuentra cada vez más atenta a las decisiones que se toman en este sentido y cada vez más exigente.
El avance de la Economía Circular en LATAM, se ha ido haciendo más evidente; un ejemplo de ello es el trabajo en cartas de navegación de economía circular en países como Chile y Colombia, se suma a la apuesta del Pacto Global por los Plásticos, que establece interesantes compromisos público-privados para avanzar en una nueva relación y gestión de esta materia prima, impulsada por la Fundación Ellen MacArthur, en donde ya se ven algunos avances que aunque incipientes, resultan alentadores. Otro desafío interesante es la Estrategia de residuos orgánicos que considera metas desafiantes para los próximos años.
El ecosistema empresarial y académico se ha activado de manera significativa, con ayuda de la tecnología y la reclusión de estos tiempos, se ha simplificado la logística y multiplicado los espacios y alcance de éstos, para comunicar y debatir sobre las perspectivas de avance en materia de sostenibilidad.
La crisis sanitaria actual, se suma a la crisis climática que ya se encontraba instalada, agregando los estragos económicos y sociales que trae aparejada; lo que activa la necesidad de generar estrategias de reactivación ágiles, que es de consenso, deben ser sostenibles e inclusivas y la vez, una suerte de puente facilitador de la transición hacia una economía circular. Sin duda el escenario constituyente que atraviesa el país, se vuelve una importante oportunidad de aportar en este sentido.
Los objetivos de desarrollo sostenibles, amenazados en su avance en este contexto, se vuelven aún mas urgentes que nunca, urgencia que desde el mundo público, como es el caso de CORFO, ha reforzado la mirada en programas de fomento e innovación con foco en sustentabilidad y economía circular, nuevas fuentes de financiamiento como el Crédito verde, así como la conformación del Centro de Economía Circular en la zona norte y de los consorcios de electromovilidad y de gestión hídrica para la zona centro sur, énfasis que empalma con la acción empresarial que ha ido asimilando las señales del entorno y aportando con innovación e iniciativas desafiantes, que contribuyen a afirmar el paso en esta dirección.
A pesar del avance de este año 2020 que se va y las buenas perspectivas que se visualizan, el tiempo se encuentra en nuestra contra, según los expertos, los efectos del cambio climático parecen no alterarse en el nivel que se necesita (que el aumento de la T° global no supere 1,5°C) con la acción climática en curso y comprometida, por ende, la urgencia se agudiza, la acción y la ambición climática deben intensificarse significativamente.
La invitación es a despedir este año con entusiasmo, a pesar del contexto adverso, ha sido posible avanzar… pero esto mismo, con convicción y confianza, debe alentarnos a exigirnos más este nuevo 2021, apostando desde el rol de cada cuál, a construir ese mundo próspero, inclusivo y justo, que esperamos heredarle a la siguiente generación.