Por Alejandra Fuenzalida, directora ejecutiva de United Way Chile.
A poco más de tres meses de que termine el año, el Ministerio de Educación en conjunto con el Banco Mundial dieron a conocer los resultados del estudio conjunto “Impacto del COVID-19 en los resultados de aprendizaje y escolaridad en Chile”.
La investigación muestra una realidad preocupante al considerar un escenario donde la interrupción de clases presenciales se prolongue por 10 meses.
Las cifras indican que los estudiantes de Chile podrían perder, en promedio, un 88% de los aprendizajes de un año. Específicamente, los estudiantes de menores recursos, correspondientes al quintil 1, podrían perder en promedio, un 95% de sus aprendizajes; mientras que los estudiantes de mayores recursos -quintil 5-, un 64%.
Esta problemática nos obliga a tomar medidas inmediatas. Perder más tiempo es condenar a estos niños a un retroceso que podría caer de 9,6 años a 8,3 años. Es decir, representaría un retroceso de 1,3 años según los datos de escolaridad ajustada por aprendizaje en Chile.
Una de las soluciones para revertir o paliar este problema, es potenciar instancias de educación digital mezcladas con aprendizajes en el hogar, siempre y cuando nos hagamos cargo de los problemas de acceso a la red.
Debemos trabajar en garantizar que en estos tiempos los hogares tengan acceso a una conexión, porque ese es el cordón umbilical que nos mantiene conectados al mundo. En este punto, ya hemos avanzado en la ley de servicios básicos, que garantiza el acceso a prestaciones y tecnologías claves.
En segundo término, tenemos la misión de asegurar el traspaso de los contenidos esenciales y el desarrollo de habilidades distintas a las que los niños trabajan en la sala de clases. El valor de enfrentar las dificultades, conocer habilidades prácticas o fortalecer capacidades relacionadas a la inteligencia emocional pueden ser grandes aliados para preparar el futuro educacional en el contexto de hoy.
En tercer lugar, es necesario entender que como dice Nonie Lesaux, profesora de la Escuela de Postgrado de Educación de Harvard, “los niños sólo tienen un comienzo. Eso se paga ahora o se paga más tarde”. Por lo tanto, ya no es momento de seguir lamentándose por la situación sanitaria, debemos tomar cartas en el asunto. Según Harvard, además de muchos otros estudios, la educación formal de calidad para los niños durante su primera infancia los ayuda a desarrollar mejor el lenguaje, las matemáticas, las habilidades de lectoescritura, además de tener conexiones sociales y emocionales más sólidas.
Es responsabilidad de todos los actores -desde el Estado, los privados, y las organizaciones de la sociedad civil- darles prioridad a quienes serán los responsables de construir el futuro de Chile. Quizás no podremos salvar el año escolar, pero sí debemos encontrar soluciones para salvar la formación de nuestros niños.