¿Restricciones en la tierra de la libertad? Por @Paulinaojedah

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California está atravesando su cuarto año consecutivo de sequía, la más grave desde 1977, lo que ha impulsado al gobernador Brown a solicitar restricciones obligatorias en el consumo de agua para lograr una reducción del 25%. Los recortes apuntan a los sectores industriales y productivos, al igual que al riego y ornamentación, llenado de piletas y otras instalaciones como campos de golf o campus universitarios.

Beverly Hills, una de las ciudades mas famosas y a la vez exclusivas de Los Ángeles, ha sido llamada a reducir el 35% del consumo de agua. Debido a sus característicos y amplios jardines, el condado de Los Ángeles paga a cada propietario 3 dólares por cada tercio de metro cuadrado de césped sustituido por piedras, paja, cactus u otras plantas desérticas. La falla del mecanismo es que este es uno de los sectores donde se concentra principalmente población de altos ingresos, por lo que algunos dólares no son una gran motivación, y sólo se puede apelar al criterio de los habitantes debido a la gravedad de la situación o aplicar medidas más rígidas y multas millonarias. Sin embargo, junto con la sequía, surge una solución paliativa para los efectos paisajísticos causados por la falta desagua para riego, a través de un sistema de pintura de césped a base de agua y pigmentos, que transforma los prados pajosos en verdes. La solución ha sido adoptada por algunos habitantes de Los Ángeles, quienes consideran relevante     mantener el aspecto verde de sus jardines, en concordancia con el concepto urbano largamente arraigado en Estados Unidos basado en la estética clásica del suburbio, ícono del “American Dream”.

Paralelo a la problemática urbanística, los efectos más serios se están viendo reflejados en la industria agrícola. Si bien este sector económico representa sólo el 2% del PIB anual de Estados Unidos, el problema radica en que esta actividad está fuertemente concentrada en el estado de California, en donde se producen dos tercios de las frutas y verduras consumidas en el país. Desde esta perspectiva, las restricciones de acceso al agua para las grandes empresas agrícolas, que ya se han materializado este año producto de las restricciones obligatorias, junto con poner en riesgo la producción alimentaria, produciría impactos en el empleo. California, junto con ser un polo de tecnología e innovación, también concentra el mayor número de trabajadores agrícolas de Estados Unidos.

Las restricciones se hacen cada vez mas difíciles de implementar, si se considera que a su vez, California es el estado que posee la mayor cantidad de población del país, acercándose en la actualidad a los 38 millones de habitantes, con proyecciones de alcanzar los 50 millones hacia el año 2050. Aunque el crecimiento de la población se mantuvo dentro del promedio en relación a los demás estados, alrededor del 12%, según cifras del Public Policy Institute of California, igualmente obtuvo 4.2 millones de nuevos habitantes entre los años 2000 y 2013, producto del gran volumen de inmigrantes. Se ha calculado que el 27% de los habitantes del estado son nacidos en el extranjero, presentando la proporción más alta de todo el pais.

Considerando las demandas de recursos y el contexto estatal, es complejo pensar en implementar restricciones exitosas en el estado más rico de un país que actualmente representa la segunda economía a nivel mundial (luego de ser recientemente desplazado por China del primer puesto).

Siguiendo en la senda de la reducción, el día 3 de agosto de este año, el Presidente Obama ha anunciado un “proyecto de energía limpia” para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, de las cuales, un tercio provienen de centrales a carbón. Debido al contexto político de pre campaña presidencial, el proyecto ha sido tema de opinión de los precandidatos. Por un lado, la actual oposición republicana indica que con esto corre peligro el abastecimiento energético de la industria, de la cual depende la economía de varios estados y que se generarán alzas en el costo de la electricidad para los hogares, mientras que la pre candidata demócrata Hillary Clinton indica que sería una defensora del proyecto si logra ocupar el sillón presidencial. Han pasado escasas horas desde que la iniciativa fue presentada, por lo que sus repercusiones pueden ser aún más diversas.

Cualquier proyecto en esta senda es un escenario complejo y su implementación se transforma en un desafío político y cultural. Hay que esperar los resultados y ver si las restricciones logran influir en el estilo de vida de un país basado en el consumo, con una dependencia incuestionable hacia el automóvil y los combustibles, donde el aire acondicionado es un servicio básico, y la posesión de todo tipo de aparatos que automatizan las actividades domésticas hacen impopular pensar en el aumento del valor de la electricidad, sea cual sea su fuente de generación. Quizá será necesario un proceso de instalación de un nuevo paradigma, donde uno de los países más poderosos del mundo se haga cargo de las consecuencias que conlleva el consumo de recursos a alto nivel.

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