Hace algunos días se dio a conocer el Índice Mundial de Innovación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), el que busca medir el desempeño en materia de innovación de 129 países del mundo.
La tecnología se ha convertido en un elemento esencial en la vida de las personas. No sólo ha solucionado grandes problemas que antes eran difíciles de resolver, sino que también ha logrado que diferentes tipos de transacciones sean más fáciles, rápidas y seguras de hacer.
Recientemente el Presidente Sebastián Piñera adelantó detalles de lo que será la COP25 que se realizará en Santiago a final de año, anunciando el compromiso de descarbonizar la matriz energética del país.
No existe un acuerdo común sobre que significa ética, responsabilidad social y sostenibilidad en el mundo de los negocios. Tampoco se entiende claramente la relación entre estos conceptos y en muchas ocasiones se usan como sinónimos.
El 27 de febrero de 2010, Chile se vio afectado por uno de los terremotos de mayor intensidad del mundo, y el segundo más destructivo en la historia del país, tras el ocurrido en 1960. Esta catástrofe, que fue sucedida por un tsunami, afectó a seis regiones del territorio nacional.
La tecnología dejó de ser un lujo para las pequeñas y medianas empresas en Chile. El 89% de ellas, según el Barómetro de las Pymes desarrollado por Avla, ha comprendido que la innovación digital es fundamental para desarrollar procesos competitivos que permitan a las corporaciones mantenerse en el mercado.
Hoy la percepción de crisis ambiental está cada vez más arraigada en la ciudadanía que hace 12 años y se esperaría, entonces, que la modernización del instrumento obedeciera a reforzar realmente su función de prevenir el deterioro ambiental.
La industria vitivinícola es una industria sumamente compleja y a nivel global, enfrenta desafíos de alto impacto, sobre todo en relación al cuidado del medio ambiente.