Por Viviana Ávalos Araya, Directora Sectorial Académica de Energía y Sostenibilidad, INACAP
La transición energética de Chile no se mide solo en megawatts, en kilómetros de línea de transmisión o en nuevas tecnologías. Se mide, sobre todo, en las personas que harán posible llevar energía donde el país la necesita. En las manos, conocimientos y competencias que permitirán construir, operar y mantener una infraestructura moderna, resiliente y sostenible.
El reciente avance de proyectos de transmisión de gran escala —como los que buscan conectar la generación renovable del norte con los centros de consumo del centro y sur del país— pone en evidencia una conversación urgente: ¿estamos formando a las y los técnicos que esta nueva etapa energética va a requerir?
La respuesta no depende únicamente de los laboratorios ni de las aulas. Depende de la articulación entre educación, industria y territorio. La experiencia en Chile muestra que los grandes desarrollos en energía pueden transformarse en impulsores de capital humano cuando se integran con procesos formativos pertinentes y con oportunidades reales de aprendizaje en terreno.
Estas obras movilizan a miles de trabajadores con competencias en montaje eléctrico, automatización, electrónica, instrumentación, topografía, seguridad y gestión ambiental. Pero más allá de la magnitud, lo esencial es que representan una oportunidad para que más personas puedan acceder a trayectorias laborales, especialmente en regiones donde la transición energética se vive con intensidad y con desafíos propios.
Si queremos que Chile aproveche plenamente este impulso, necesitamos fortalecer la formación técnico–profesional con un enfoque práctico, actualizado y conectado con los cambios tecnológicos. La innovación no puede ser patrimonio de unos pocos: debe estar al alcance de quienes, desde su oficio y su vocación, están construyendo la infraestructura del futuro.
Desde INACAP creemos que este es el momento de mirar la energía no solo como un recurso estratégico, sino también como una oportunidad humana: la de formar, acompañar y proyectar talento local para los desafíos que vienen. Porque la energía del mañana se levantará con tecnología de punta, sí, pero sobre todo con personas preparadas, comprometidas y orgullosas de aportar al desarrollo del país.



