Cuando la salud tambalea, también se remueve la vida completa. Eso fue lo que vivió, Pilar Fernández, la creadora de Bowls Crudos, quien tras acompañar a su mamá en un “cáncer súper fuerte”, encontró en la alimentación un camino para cuidarse y reinventarse.
“Me hice vegana, me quedé sin trabajo y dije: algo tengo que hacer con todo este conocimiento”, recuerda. Ese fue el punto de partida de un proyecto que comenzó en 2019 con bowls de frutas y verduras crudas, pero que rápidamente evolucionó hacia un universo más profundo: la comida fermentada.
Hoy, Bowls Crudos es una marca que apuesta por alimentos vivos, probióticos y sin procesar, elaborados a mano y con tiempo. Fermentos que no tienen fecha de término rígida, porque, como la naturaleza, siguen transformándose.
Alimentos vivos que no caducan en espíritu ni propósito
El cambio hacia los fermentos no fue casualidad. Fue aprendizaje y observación. La emprendedora descubrió que el fermentado prolonga la vida útil de las verduras, evitando su desperdicio y conservando sus propiedades nutricionales.
“La vida útil de los fermentados no tiene fin. Siguen vivos, siguen fermentando. La idea es consumirlos como parte del plato diario, no como una cápsula.”, señaló Pilar Fernández, la creadora de Bowls Crudos
Kimchi, sauerkraut y una línea completa de encurtidos forman parte del catálogo, junto con barras energéticas y productos naturales pensados para nutrir sin aditivos.
La transformación ocurre lentamente —como un fermento
Cada frasco es trabajo manual. Repollo cortado a cuchillo, masaje con sal para activar el jugo natural, paciencia para observar, mezclar, reposar y dejar que el proceso tome su ritmo.
“Es un proceso lento, de mucha paciencia. Todo lo hago con mis manos, uno a uno.” dice Fernández.
Este enfoque artesanal no solo define el producto, también conecta con la intención original: sanar, sostener, prolongar la vida.
Sueños que también fermentan
Bowls Crudos mira hacia adelante con la misma calma con la que cada frasco reposa antes de llegar a una mesa chilena. “Mi sueño es conseguir un inversionista que me ayude a llegar a más personas. Y después, tener una tienda propia. Un espacio para los fermentos y para productos saludables.”, dice Fernández.
El proyecto crece día a día, como un cultivo vivo. Hoy se vende de forma directa, con contacto real, sin automatización ni mensajes impersonales. La creadora responde una a una las consultas, como quien cuida un frasco que aún está tomando fuerza.
Donde encontrar este emprendimiento
Instagram: @bowlscrudos_saludablesyfelices
Contacto por mensaje directo → respuesta humana asegurada.
Un emprendimiento artesanal y sincero, que recuerda que la sostenibilidad también se escribe desde la cocina. Como un fermento, crece lento, pero crece con vida. ¿Lo probamos?
