La directora ejecutiva de Fundación Impulso Docente repasa el origen de la organización, los desafíos que enfrenta el mundo escolar y cómo fortalecer el liderazgo educativo puede transformar comunidades completas.
“Somos esa mano amiga que necesitan los profesores y los directivos para lograr el cambio que quieren ver en sus colegios”. Con esa definición, Florencia Mingo, directora ejecutiva y cofundadora de Fundación Impulso Docente, resume el propósito de una institución que nació desde la sala de clases y hoy acompaña a docentes y equipos directivos en contextos de alta vulnerabilidad.
Por qué nace Impulso Docente
“Éramos un grupo de cuatro fundadores, todos profesores en contextos de alta vulnerabilidad, viviendo en carne propia lo difícil que es ejercer el rol. Nos dimos cuenta de que el profesor necesita apoyo real en la sala de clases”, recuerda Florencia Mingo, directora ejecutiva y cofundadora de Fundación Impulso Docente.
En 2015 comenzaron a reunirse después de clases para compartir técnicas que mejoraran la gestión de aula. Lo que partió como pequeñas capacitaciones se transformó en asesorías personalizadas a colegios. “Queríamos llegar a más profesores, y pasamos de capacitaciones a asesorías a la medida de cada establecimiento”, explica.
Evolución y desafíos actuales
Hoy Impulso Docente trabaja tanto con docentes como con directivos, entendiendo que el cambio debe ser integral. “Nos dimos cuenta de que para que el aprendizaje perdure, era necesario incluir a los equipos directivos. Ellos también necesitan apoyo y redes de confianza”, comenta Mingo.
Entre los principales problemas que enfrentan, identifica la alta rotación de talento docente, la soledad de profesores y directores y la necesidad de fortalecer el liderazgo educativo. “Si no nos preocupamos del adulto que modela al estudiante, es difícil lograr mejoras en los aprendizajes”, enfatiza.
Premio LED y Academia de Liderazgo
Para visibilizar y fortalecer a quienes lideran comunidades educativas, la fundación creó el Premio LED (Líderes Educativos Directivos), que reconoce a directores y directoras que transforman sus colegios con liderazgo y compromiso. De esa experiencia nació la Academia de Liderazgo, un espacio de formación y acompañamiento donde los directores aprenden de otros directores, trabajan habilidades como negociación y manejo de crisis, y se apoyan mutuamente.
Colaboración y confianza
Florencia reconoce que uno de los grandes retos para las fundaciones es recuperar la confianza pública: “Después de algunos casos mediáticos, decir que eres fundación despierta suspicacia. Pero lo veo como una oportunidad para exigir más transparencia y mostrar resultados claros”.
La colaboración, en cambio, ha sido un motor de crecimiento. “Trabajamos con empresas, Estado y otras ONG. Hay interés real de generar proyectos que mejoren las comunidades donde operan”, señala.
Inspiración y futuro
Lo que más inspira a Florencia es conocer las historias de quienes impactan desde la educación: “La historia de directores que transforman realidades complejas, como la directora de un colegio en un centro penitenciario, me recuerda por qué hacemos este trabajo”. De cara al futuro, sueña con expandir el Premio LED a toda Latinoamérica y seguir fortaleciendo la Academia de Liderazgo: “Queremos llegar a más comunidades educativas y profundizar en la diversidad del territorio chileno”.
Un mensaje final
Para quienes piensan que su aporte es pequeño, Florencia es clara: “Nunca el apoyo es insignificante. Acérquense, pregunten, colaboren. La educación necesita de todos para seguir transformándose”.



