Por Diego Urrejola, director ejecutivo de Fundación Cosmos
La seguridad es hoy el tema común en los programas de los candidatos presidenciales mejor aspectados según las últimas encuestas. Jeannette Jara propone medidas como el fortalecimiento institucional para la seguridad, combate al crimen organizado y modernización de las policías; José Antonio Kast plantea fortalecer sistemas de inteligencia, control fronterizo y mayor coordinación con las Fuerzas Armadas; y Evelyn Matthei enfatiza el fortalecimiento de Carabineros, recuperar el control de las cárceles y el uso de tecnología de vigilancia.
En los tres casos, el énfasis recae en respuestas reactivas y de control, mientras que los enfoques preventivos -como la planificación urbana y el ordenamiento territorial orientados a fortalecer la seguridad ciudadana- aparecen mencionados de forma general y sin constituir ejes centrales.
Experiencias internacionales refuerzan la correlación entre más espacios públicos -con áreas verdes como denominador común- y más seguridad. En Filadelfia, un estudio de la Universidad de Columbia demostró que al recuperar terrenos urbanos abandonados mediante la eliminación de basura y escombros, plantación de césped y reforestación, se redujo el crimen violento en un 30%, disminuyó en 58% el miedo de la comunidad a salir al exterior y aumentó en un 76 % en el uso de espacios exteriores.
Por otra parte, un estudio realizado por investigadoras de la Universidad de Ciencias Sociales de Singapur y la Universidad de Bournemouth, enfocado en el barrio Eduardo Santos de Medellín, Colombia, mostró que las intervenciones urbanas -incluyendo senderos peatonales, espacios públicos y pequeñas áreas verdes- se asociaron a una disminución significativa de la violencia.
Mientras que en Chile, la evidencia también apunta en la misma dirección. La Cámara Chilena de la Construcción mostró que en comunas con mayor percepción de inseguridad hay apenas 0,8 m² de áreas verdes de calidad por habitante, frente a 1,5 m² en las que presentan menor percepción de inseguridad.
En tiempos de programas y promesas, es clave que la seguridad se aborde desde una perspectiva integral que se haga cargo no solo de combatir a la delincuencia, sino que también observar que el entorno también puede favorecer o dificultar la ocurrencia de delitos. Es ahí donde la planificación urbana juega un rol clave como plataforma preventiva. Aumentar el acceso a espacios públicos como plazas o parques con naturaleza e infraestructura de calidad es invertir en un modelo de seguridad “en verde”, que además de fortalecer el tejido social, permite arrebatarle terreno a la delincuencia para devolverlo a quienes quieren vivir en paz.
