En un nuevo capítulo del podcast Socialmente, una colaboración entre la Comunidad de Organizaciones Solidarias y Diario Sustentable, Enrique Cruz, presidente de USEC, abordó el rol de las empresas en la construcción del bien común, el sentido del trabajo y el poder transformador del voluntariado corporativo.
“La vida es maravillosa, pero se vive una sola vez. Día perdido no se recupera nunca. ¿Para qué seguir viviendo años que no nos llenan el alma?”. Esa fue una de las reflexiones de Enrique Cruz, presidente de USEC, en el podcast Socialmente, donde conversó con Hans Rosenkranz, director ejecutivo de la Comunidad Organizaciones Solidarias.
Durante el episodio, Cruz compartió su mirada sobre el papel de las empresas, la ética en los negocios y la importancia de conectar el mundo del trabajo con la solidaridad y el servicio a los demás.
USEC: una red para poner a la persona al centro y trabajar por el bien común
Cruz explicó que USEC (Unión Social de Empresarios, Ejecutivos y Emprendedores Cristianos) es una asociación que agrupa a empresas, ejecutivos y emprendedores que comparten dos principios centrales:
- Poner a la persona en el centro, cuidando su dignidad.
- Trabajar por el bien común, entendiendo que la empresa debe ser “altamente productiva, pero también plenamente humana y socialmente responsable”.
“Cuando la empresa se centra sólo en sí misma y deja de mirar lo que pasa alrededor, la sociedad finalmente se le vuelve en contra”, advirtió. Para USEC, el desarrollo real de una organización pasa por crecer junto a sus trabajadores, las comunidades vecinas y el entorno social donde opera.
El bien común: más que una plaza o un proyecto puntual
Para Cruz, el concepto de bien común suele estar subestimado o mal entendido.
“El bien común no es solo una plaza o una obra puntual: es el bien de todas y de cada una de las personas”, enfatizó. Y añadió que no es responsabilidad exclusiva del Estado:
“Los gobiernos deben tenerlo como foco principal, pero todas las personas y también las empresas tienen un rol que cumplir”.
Desde esa lógica, insistió en que no es sostenible imaginar un Chile “lleno de cercos eléctricos”, donde cada empresa se protege a sí misma sin hacerse cargo de lo que ocurre fuera de sus muros. “El crecimiento de la empresa pasa también por hacer crecer a las demás personas”, dijo.
Tres “B” para una empresa con propósito: buenos bienes, buen trabajo y buena riqueza
Cruz recordó que USEC se inspira en el pensamiento social cristiano, particularmente en la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, y en el documento “La noble vocación empresarial”, del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.
De allí surgen las tres “B” que, según USEC, debiera cultivar toda empresa:
- Buenos bienes y servicios
Antes de emprender, la pregunta clave es: “¿Lo que hago es bueno para la sociedad o genera daño?”. Se trata de productos y servicios que aporten progreso, bienestar y desarrollo, y no que profundicen problemas. - Buen trabajo
No basta con cumplir la ley laboral o pagar un sueldo.
“Las personas no son un ‘recurso humano’ más: necesitan un trabajo digno, donde puedan desarrollar sus talentos y sentirse realizadas”, señaló Cruz.
Un empleo que solo paga un cheque, sin sentido ni desarrollo, no cumple ese estándar. - Buena riqueza
La riqueza debe ser “bien habida” y coherente, especialmente en contextos donde los casos de corrupción —públicos y privados— han debilitado la confianza ciudadana. “No podemos acostumbrarnos a hacer lo correcto solo cuando nos miran”, advirtió, insistiendo en la importancia de la transparencia y la coherencia.
Estas tres “B” desembocan en una cuarta: el bien común, que es el horizonte al que apunta USEC.
Voluntariado y vínculo con la comunidad: cuando las empresas descubren su “tesoro”
Uno de los ejes más potentes de la conversación fue la experiencia de USEC impulsando proyectos de voluntariado corporativo y colaboración con fundaciones.
Cruz sostuvo que las personas “sacan su mejor versión” cuando se conectan con la solidaridad: “Cuando una empresa descubre el tesoro de involucrarse de verdad con los problemas de la comunidad, no solo produce un bien en quien recibe la ayuda, sino un enorme bien en quienes la entregan.”
Entre las iniciativas mencionadas, destacó el trabajo con Fundación Trabün, que lleva ejecutivos a colegios vulnerables para conversar con estudiantes de enseñanza media sobre propósito, esfuerzo y sentido de la vida. También recalcó los voluntariados con organizaciones como el Hogar de Cristo y fundaciones de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, donde las empresas se involucran más allá de la donación económica.
Los resultados, asegura, son concretos:“Las empresas con voluntariado activo tienen menos accidentes, menos licencias y mayor compromiso. El equipo humano rinde distinto cuando está motivado desde el sentido y no sólo desde el sueldo o el bono”.
Más allá de la filantropía tradicional: dar no solo lo que tenemos, sino lo que somos
Cruz planteó que es necesario superar la visión clásica de filantropía basada únicamente en escribir cheques: “Siempre habrá necesidad de apoyo económico, pero esto va mucho más allá. No se trata solo de dar plata, sino de dar de lo que somos y de lo que sabemos hacer”.
Para él, el desafío es que las empresas transformen su cultura, incorporando el servicio y la solidaridad como parte de su identidad y de su estrategia de sostenibilidad, no como acciones aisladas de responsabilidad social.
Felicidad, consumo y servicio: una invitación a no postergar la vida plena
En la parte final del episodio, Cruz compartió una reflexión personal sobre la felicidad: “Nos han tratado de convencer de que la felicidad está en el tener: el auto, el viaje, la cuenta corriente. Y sí, son cosas agradables, pero la verdadera felicidad aparece cuando nos damos cuenta de que los momentos más plenos de la vida han sido cuando hemos podido servir a otros.”
Recordó que muchas personas descubren esto al participar en programas de voluntariado en su colegio, universidad o trabajo, y que esa experiencia “marca un antes y un después”.
Por eso su mensaje final fue directo: “Esto no es una tarea para el final de la vida. Es ahora. La vida se vive una vez y no podemos seguir perdiendo días, meses y años sin conectarnos con aquello que realmente nos llena el alma”, concluyó.
Un llamado abierto a empresas y personas
USEC, dice Cruz, tiene las puertas abiertas para quienes quieran explorar caminos de colaboración, voluntariado y transformación desde el mundo del trabajo. Del mismo modo, invita a sumarse a iniciativas impulsadas por la Comunidad de Organizaciones Solidarias y otras fundaciones que trabajan en terreno con las realidades más vulnerables del país.



