Mayor rigor técnico, nuevas normativas y una relación más estratégica con los organismos sectoriales están transformando la forma en que las empresas preparan sus Declaraciones de Impacto Ambiental.
En un escenario regulatorio que evoluciona con rapidez, la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) dejó hace tiempo de ser un trámite sencillo. Aunque está pensada para proyectos con impactos acotados, hoy enfrenta mayores exigencias técnicas, nuevos criterios sectoriales y marcos normativos que elevan el estándar de ingreso.
“Las DIA ya no son documentos breves: requieren profundidad técnica, coherencia interna y planificación estratégica desde el día uno”, afirma Valentina Plaza, ingeniera de proyectos de Better Consultores que ha seguido de cerca la evolución del SEIA.
Normativas como la Ley Marco de Cambio Climático, la regulación de Humedales Urbanos, la Ley REP y nuevas exigencias sectoriales han reforzado el rigor de evaluación. En ese contexto, entender qué determina una tramitación ágil es clave para evitar retrasos, adendas reiteradas o incluso el cambio de vía evaluativa hacia un EIA.
1. Una línea base robusta: el primer filtro del SEA
Para Plaza, este es uno de los aspectos más decisivos. “Una línea base débil es casi garantía de observaciones extensas. El SEA necesita información representativa, actualizada y proporcional al proyecto”.
Cuando la caracterización ambiental no está bien fundamentada, el riesgo aumenta: observaciones reiteradas y, en casos críticos, obligación de pasar de DIA a EIA por incumplimiento del artículo 11 de la Ley 19.300.
2. Exigencias técnicas al alza: las DIA se complejizan
En la práctica, muchas DIA deben incluir antecedentes que antes solo se exigían en los EIA:
- Modelaciones de calidad de aire
- Estudios hidrológicos
- Evaluación de ecosistemas sensibles
- Planes de seguimiento ambiental
“El estándar técnico cambió: hoy las DIA exigen anticipación, análisis profundo y respaldo metodológico sólido”.
3. Cumplimiento normativo: demostrar, no declarar
Las autoridades ya no aceptan afirmaciones generales.
“El cumplimiento debe demostrarse desde el inicio: modelaciones, cálculos y planes de seguimiento reducen incertidumbre y observaciones”, explica Plaza.
Esto incluye:
- Modelaciones de ruido y emisiones
- Cálculo de cargas contaminantes
- Programas de reporte para la SMA
4. Vinculación temprana con organismos sectoriales: un diferenciador clave
El acercamiento previo a organismos como DGA, SAG, SEREMI o Autoridad Sanitaria gana protagonismo.
“Una reunión temprana con los OCA puede ahorrar semanas de observaciones y permitir ajustar el proyecto antes del ingreso”.
5. Cartografía precisa y SIG: leer correctamente el territorio
El uso de cartografía oficial y herramientas SIG evita conflictos desde el inicio.
Permite:
- Delimitar áreas de influencia
- Detectar ecosistemas sensibles
- Evitar superposición con áreas protegidas o infraestructura crítica
“Una mala delimitación territorial genera observaciones inevitables”, señala Plaza.
6. Coherencia interna: la arquitectura invisible de una buena DIA
El SEA revisa minuciosamente la consistencia del documento.
“Si los volúmenes, áreas intervenidas o rutas no coinciden, el ICSARA es seguro”.
Una redacción clara y sin contradicciones es parte esencial del rigor técnico.
7. Medidas de mitigación realistas y bien justificadas
Las medidas deben ser:
- Proporcionales
- Viables
- Basadas en evidencia y experiencias previas
“Medidas genéricas o poco realistas generan condiciones más estrictas o nuevas observaciones”.
8. Respuestas oportunas y fundamentadas durante la evaluación
La relación con la Autoridad marca diferencias.
“Responder rápido, con evidencia sólida, y estar disponible para reuniones técnicas facilita enormemente la tramitación”.
Hacia una evaluación más eficiente, rigurosa y sostenible
Para Valentina Plaza, el mensaje es claro: “Una DIA bien hecha no depende de la suerte, sino del rigor técnico, la anticipación y la coherencia interna. La evaluación eficiente es parte del valor estratégico de cualquier proyecto”.



