Por Josefina Sáez Larraín, Socia Fundadora de Traslación
Cada vez que se aproxima un feriado largo, reaparece el mismo debate: ¿cuánto pierde Chile en productividad? Según el Banco Central, se estima una caída del 0,4 % del Imacec por cada día no hábil. Solo en Fiestas Patrias, dos feriados consecutivos implicarían pérdidas cercanas a CLP 232.500 millones. Pero esta mirada parcial pasa por alto un fenómeno igual de potente y muchas veces invisibilizado: el turismo interno como motor de reactivación económica regional.
Para estas Fiestas Patrias se proyectan 2 millones de viajes, según cifras de la Subsecretaría de Turismo 2024 y proyecciones para 2025. Esto representa ingresos directos estimados en CLP 217.500 millones para las personas anfitrionas, sin contar el impacto indirecto en transporte, artesanía y comercio local. Aunque el saldo neto puede seguir siendo deficitario, la brecha se reduce drásticamente, especialmente si consideramos que el 95 % de los emprendimientos turísticos son pymes y más del 50 % del empleo generado es femenino. El turismo, en este contexto, se convierte en una herramienta concreta de redistribución social y cohesión territorial.
Además, los feriados sostienen un sector productivo que atrae inversión, moviliza cadenas de valor y contribuye al desarrollo económico y social del país. No solo son compatibles con el crecimiento: bien aprovechados, pueden ser catalizadores de transformación positiva para los destinos emergentes.
Activar las economías locales requiere decisión, planificación y visión de largo plazo. Apostar por el turismo —cuando se gestiona con criterios de sostenibilidad y se vincula con los ecosistemas sociales, ambientales y productivos del territorio— permite transformar una aparente pausa productiva en una aceleradora de desarrollo regional.


