En un contexto donde la escasez de mano de obra calificada es un desafío creciente para las industrias, la colaboración entre empresas y la educación técnico-profesional puede ser una estrategia clave para el desarrollo del país. Desde hace tres décadas, la compañía Cristalchile mantiene un programa dual junto al Colegio Instituto Técnico Chileno Alemán, combinando formación académica y experiencia práctica en planta.
“En una industria como la nuestra, tan especializada como la del vidrio, es fundamental formar técnicos dentro de la propia casa. No siempre es posible encontrar afuera personas con las competencias adecuadas, por lo que este programa es una respuesta directa a la escasez de talento técnico en Chile”, explica Paula Hojas, gerente de Personas y Sustentabilidad de Cristalchile.
Durante estos 30 años, más de 330 estudiantes han pasado por las instalaciones de la compañía. Cerca del 30% de ellos se ha incorporado a la empresa, mientras que el resto retorna al sistema educativo con una valiosa experiencia laboral. “Esto es un ganar-ganar. Para nosotros, significa contar con profesionales que conocen nuestros valores, cultura y estándares de sostenibilidad. Para los jóvenes, es la oportunidad de desarrollarse técnica y humanamente desde que salen del colegio”, agrega la ejecutiva.
Sostenibilidad como parte del aprendizaje
Cristalchile es una empresa de economía circular: el vidrio se recicla infinitamente y cada envase producido contiene, en promedio, 30,6% de vidrio reciclado. La compañía transmite esta visión a cada estudiante que pasa por su programa.
“Una persona que pasa por nuestra compañía no solo adquiere conocimientos técnicos, sino que también se lleva una mirada distinta sobre la sostenibilidad. Esa perspectiva los acompaña a lo largo de toda su carrera profesional”, señala Paula Hojas.
Un impacto más allá de la empresa
El modelo dual requiere compromiso: recibir estudiantes implica asignarles un monitor, guiarlos y darles retroalimentación constante. Sin embargo, para Cristalchile, la inversión vale la pena. “Ojalá más empresas se sumaran a este tipo de programas. No solo fortalecen sus equipos, también entregan a la sociedad jóvenes bien formados, con estructura y valores claros”, enfatiza la gerente.
Para Paula Hojas, uno de los desafíos está en articular mejor a la empresa privada, el sector público y la academia. “Hoy se hacen esfuerzos, pero muchas veces son locales y aislados. Si lográramos coordinarlos a nivel sectorial, el impacto sería mucho mayor”, afirma.
Innovación y talento que se retroalimentan
Además de la formación técnica, el ingreso de nuevas generaciones trae frescura y nuevas ideas. “Nuestros trabajadores de larga data transmiten su oficio y experiencia, mientras que los jóvenes aportan energía y nuevas perspectivas. Este intercambio intergeneracional es enriquecedor y ayuda a impulsar la innovación, que es uno de nuestros valores”, dice Hojas.
Con 120 años de historia en Chile, Cristalchile no solo fabrica envases de vidrio para mercados nacionales e internacionales, también impulsa un modelo de formación de talento que integra técnica, valores e innovación. “Formar personas es tan importante como producir envases. Al final, ambos procesos cuidan la vida”, concluye Paula Hojas.
