Emprendimientos: la oportunidad reputacional que Chile no puede dejar pasar

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Contamos historias que merecen crecer. Pensamos diferente y elegimos creer en las personas, comunidades y organizaciones, las grandes y las que están empezando ahora en la mesa de un café, pero que van a cambiar el mundo.

Por Diego Fuentes, Cofundador de INC Consultores

Chile atraviesa un momento desafiante: un clima de polarización política, desconfianza extendida hacia instituciones públicas y privadas, y una percepción poco optimista del futuro. La ciudadanía exige mayor responsabilidad, transparencia y compromiso social por parte de las organizaciones, en un entorno donde reconstruir la confianza se ha vuelto imprescindible.

En este escenario, el ecosistema emprendedor surge como una oportunidad estratégica para fortalecer la reputación país. Impulsar a nuestros emprendimientos no solo es clave para el desarrollo económico y la innovación, sino también para proyectar internacionalmente una imagen de un país dinámico, inclusivo y capaz de generar soluciones con propósito.

Así lo confirma el Startup Ecosystem Report 2025 de la plataforma internacional StartupBlink, que posicionó a Chile en el puesto 37 a nivel global, subiendo dos posiciones respecto del año anterior gracias a un crecimiento del 10% en su ecosistema. Sin embargo, seguimos rezagados en América Latina, por detrás de Brasil y de Colombia, que ya se consolidó como el segundo hub de la región.

Según el Estudio de Reputación Corporativa ERC® 2024 (Ipsos + INC Consultores), los emprendimientos son hoy el tipo de organización con mejor reputación ciudadana en Chile, gracias a atributos como la cercanía, el compromiso social y la capacidad de generar conexión emocional. Este dato es especialmente relevante en un contexto donde la confianza hacia grandes empresas e instituciones es frágil.

Además, estudios como Approaching the Future 2025 muestran que las expectativas ciudadanas se expanden más allá del propósito social e incluyen la generación de buenos empleos, la capacitación de colaboradores —por ejemplo, en habilidades relacionadas con inteligencia artificial—, y la capacidad de contribuir de manera efectiva a la sostenibilidad ambiental y social. Son precisamente estos atributos los que mejor conectan con la identidad y el propósito del mundo emprendedor.

Aprovechar esta oportunidad requiere acciones concretas. Por un lado, las grandes empresas tienen la posibilidad de fortalecer su propia reputación vinculándose activamente con el ecosistema emprendedor, a través de alianzas estratégicas, programas de innovación abierta y co-branding. Esta colaboración puede sumar legitimidad, propósito y coherencia, atributos cada vez más exigidos por la ciudadanía y los mercados.

Por otro lado, el propio ecosistema emprendedor enfrenta un desafío clave: gestionar su reputación y liderazgo de forma más estratégica. Nuestros estudios de reputación digital muestran que en 2022 y 2023 los fundadores de startups como Betterfly, Algramo y Karün estaban entre los líderes empresariales más admirados en entornos digitales. Sin embargo, en 2024 solo Alejandra Mustakis figura en el top 10. Esta caída en visibilidad no responde a una pérdida de mérito, sino a la falta de gestión activa del liderazgo reputacional.

En tiempos donde la reputación no solo se construye, sino que se visibiliza y clasifica a través de algoritmos que amplifican o invisibilizan, es urgente que los líderes del ecosistema emprendedor gestionen su huella digital con la misma intención y estrategia que las grandes empresas. Plataformas como LinkedIn siguen siendo claves para construir influencia profesional, pero hoy no basta con “estar”: hay que participar, generar comunidad y proyectar liderazgo con propósito. A esto se suma el auge de canales ciudadanos como los podcasts, espacios donde la reputación se humaniza, y se viraliza. En este nuevo entorno, la reputación se convierte en una moneda relacional: quien la gestiona, crece; quien la descuida, desaparece del radar de inversionistas, clientes, aliados y talentos.

Una dimensión especialmente relevante es la sostenibilidad, que en el ERC® 2024 medimos a través de atributos como el cuidado del medioambiente, el compromiso con la comunidad, la diversidad e inclusión y la existencia de un propósito social. Esta dimensión ofrece una ventaja única para generar diferenciación y valor, especialmente en un entorno donde las expectativas ciudadanas son cada vez más exigentes. Pero para que se convierta en un capital reputacional sostenible y visible, requiere mayor visibilidad, relato y gestión estratégica.

Desde INC Consultores llevamos más de dos décadas investigando cómo se construye, se mide y se transforma la reputación corporativa en Chile y Latinoamérica. Hemos visto cómo más del 52% de los consumidores en Chile considera la reputación como un factor clave al comprar, y cómo los intangibles ya representan cerca del 90% del valor de una empresa. La buena noticia es que estos activos no dependen del tamaño de la organización. Su desarrollo hoy es más cualitativo que cuantitativo: depende de valores, comportamiento organizacional y operacional, y de una comunicación efectiva que conecte el ser, el hacer y el parecer.

En un mundo que exige más responsabilidad, cercanía y liderazgo consciente, ¿está el ecosistema emprendedor chileno preparado para dar el salto desde la inspiración hacia la influencia?

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