El uso del envase retornable en Chile es pionero en la región como modelo circular

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“Hoy Chile se ha convertido en un referente en el continente en relación al uso del envase retornable, que ha adquirido fuerza y permite que otros países copien este modelo absolutamente circular”, afirmó el empresario Gonzalo Muñoz, fundador de la empresa de reciclaje TriCiclos.

Por Valentina Bastías Atias

Chile lideró como uno de los principales países en instalar los envases retornables en el mercado, y hoy registra la más alta tasa de uso en toda la región, sin embargo es uno de los que más basura per cápita produce.

La ruta de desechos que dejan los procesos productivos ha llevado a las marcas a tomar medidas para reducir su impacto ambiental ya que “no quieren ver sus logos o diseños en un vertedero o en el mar, impactando negativamente al medio”, señaló Muñoz.

La organización iniciada hace una década, se ha convertido en la compañía de reciclaje post consumo más reputada de Chile, que contribuye al desarrollo sustentable bajo un enfoque social, ambiental y financiero, según sus ideólogos.

La entidad ha asesorado a multinacionales como Coca Cola, con quienes trabajó “lo valioso que es el sistema de retorno de envases”, o la chilena Sodimac, que se instruyó respecto de la reutilización de plásticos y materiales de reciclaje para la fabricación de nuevos productos.

Actualmente, casi un 75% de los envases que se encuentran en las góndolas de los supermercados no incluyen una información clara para ser posteriormente reciclados, ni una rotulación que facilite su reutilización, aseveraron desde TriCiclos.

En este contexto, un grupo de emprendedores y amigos se planteó resolver problemáticas sociales y ambientales con la colaboración del mundo privado, y concibe la basura como “un error de diseño”, lo que ha incentivado a más de 300 empresas a cambiar sus modelos de presentación y embalajes.

“El mundo tendrá que avanzar hacia un modelo en el cual nosotros entreguemos lo que el consumidor necesita, sin añadirle una enorme cantidad de basura”, señaló Muñoz, quien recalcó la importancia de que el sector privado atienda “lo que el planeta necesita”.

El emprendedor trabajó durante varios años en la industria de empaques de alimentos, lo que despertó en él la conciencia sobre “cuánta basura colocaba en el mercado al vender productos como latas de pescado en conserva ó snacks que van en una bolsa”, dijo.

“Tú vendes dos productos: el contenido y el contenedor”, añadió el socio fundador, cuyo modelo de reciclaje y economía circular a través de puntos limpios y educación a la comunidad ha sido replicado en países como Colombia, Argentina y Brasil.

Con más de 350 puntos limpios, en los cuales se reciclan 20 materiales distintos, y un mercado que factura alrededor de 450 millones de dólares, TriCiclos se convirtió en la primera empresa fuera de América del Norte en recibir la certificación de Empresa B, asignado a entidades con fines de lucro que siguen “rigurosas” normas sociales y ambientales.

Asimismo trabaja para “rastrear y monetizar el cumplimiento de la ley ERP (Responsabilidad Extendida de Proveedor)”, una norma que exige a los productores hacerse cargos de sus residuos, lo que ha atraído a multinacionales “que se daban cuenta que la basura era una consecuencia indeseable del desarrollo y el progreso”.

El emprendedor aseguró que la basura se ha convertido en un elemento que va aparejado al crecimiento económico, porque al aumentar el poder de consumo “se incrementa la cantidad de basura per cápita automáticamente”.

Frente a este escenario, TriCiclos invita a las empresas a “trabajar modelos de economía circular, en los que puedan repensar la forma en cómo diseñan sus productos e incluso su modelo de negocio” para disminuir la emisión de residuos.

Se acompaña a las marcas para que mejoren sus canales de comunicación con los consumidores, y además incentiva a los mismos a reciclar “lo que tienen en sus manos”, por medio de monitores que enseñan a los clientes a reconocer materiales de desecho y a empoderarse a la hora de adquirir un producto.

“Desarrollamos más sensibilidad desde las marcas, porque potenciamos a un consumidor al momento de la compra y así ayudamos a las marcas a definir mejor su embalaje”, detalló Muñoz, quien explicó cómo utilizan un software que calcula la probabilidad de que un material se vaya a reciclar y su impacto ambiental, entre otros factores.

Añadió que en su experiencia le tocó “trabajar en el diseño de productos que tenían que verse bonitos y complejos”, pero que no estaban alineados con reducir sus niveles de contaminación.

De esta manera, TriCiclos ha creado diversas alianzas estratégicas y visita periódicamente colegios, universidades y empresas para crear conciencia respecto de la economía circular, el impacto de nuestra basura y la oportunidad de fabricar materias primas con desechos.

Esta filosofía “no solo es aplicable a los productos, sino también a la cultura” de la sociedad, concluyó Muñoz.

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